Comentario al Evangelio del Martes 17 de Diciembre de 2024

Fecha

17 Dic 2024

Hoy toca una de esas lecturas del Evangelio que nos resultan extrañas. Y que incluso nos suenan a patraña. Hoy leemos el comienzo del Evangelio de san Mateo en el que se nos cuenta la genealogía de Jesús, empezando por el patriarca Abraham. Quizá a nosotros ciudadanos del siglo XXI nos habría bastado con saber de sus padres y de sus abuelos. Pero aquellos tiempos eran otros y el evangelista necesitaba demostrar que Jesús pertenecía al pueblo de Israel desde su fundación. Si Abraham era el padre y fundador del  pueblo judío, el evangelista quiere demostrar que Jesús es tan judío como el que más. No es un extraño. No es uno venido de fuera. Dios ha escogido a uno de los suyos para hacer presente en medio del mundo su salvación. El Mesías esperado viene, como indicaban las escrituras más antiguas, del mismo pueblo judío.

Pero no deja de ser una genealogía complicada. Incluso podríamos decir muy humana. Se ve esto que digo en la inclusión de cuatro mujeres en esa genealogía. La primera, Tamar, tiene una forma complicada de tener descendencia con Judá. La segunda, Rahab, es directamente una prostituta en Jericó. La tercera, Rut, es una moabita, una extranjera. Y la cuarta es la mujer de Urías, de la que se enamoró David cuando el marido andaba peleando en la guerra y con la que aquel tuvo un hijo. Son historias que nos hablan de cómo Dios va guiando la historia por caminos que nos pueden sorprender pero que siempre llegan a buen término. Y aquí el término es Jesús, nuestro salvador. Porque, como dice el refrán español, “Dios escribe recto con líneas torcidas”.

Conclusión: que a veces lo que nos parece que está mal o que nos hace daño puede terminar en bien para nosotros y para los que nos rodean. La fe es creer que Dios es el señor de la historia y que, aunque no siempre lo comprendamos, él lo va orientando todo para nuestro bien. Esa es nuestra fe y es nuestra esperanza.

Fernando Torres, cmf

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