Comentario al Evangelio del martes, 2 de junio de 2020
Oscar Romano, cmf
A la paz de Dios:
Dos peligros, dos, a evitar. Teocracia y cesaropapismo. Wikipedia dixit.
Teocracia (del griego θε?ς [theós], ‘dios’ y κρ?τος [kratos], ‘poder’, ‘gobierno: «gobierno de Dios») es la forma de gobierno donde los administradores estatales coinciden con los líderes de la religión dominante, y las políticas de gobierno son idénticas o están muy influidas por los principios de la religión dominante. Generalmente, el gobierno afirma mandar en nombre de la divinidad, tal como especifica la religión local.
El DRAE definía «teocracia» como el «gobierno ejercido directamente por Dios», y en una segunda acepción: «Sociedad en que la autoridad política, considerada emanada de Dios, se ejerce por sus ministros». En la edición de 2014, escindió esa segunda acepción en dos, ampliando esa posibilidad de ejercicio al indicar que «es ejercida directa o indirectamente por un poder religioso, como una casta sacerdotal o un monarca»; e introduciendo como tercera acepción la posibilidad de denominar «teocracia» al país que tiene esta forma de gobierno.
Cesaropapismo: El Estado se servía de la Iglesia para santificar sus actos y llamar a la obediencia de su mando, amparándose en que ello era la voluntad de Dios, y la Iglesia se servía del Estado para obtener y aumentar sus ingresos4 y privilegios.
Desde el siglo IX el basileus absorbe toda la autoridad y se transforma en un emperador que es a su vez rey y sacerdote, algo que va en contradicción con la formulación hecha siglos atrás por Flavio Josefo en referencia a lo que él denomina teocracia (es decir, el gobierno de Dios en la tierra).
Juntos, pero no revueltos. Al césar se le paga. A Dios se le agradece.
Vuestro hermano y amigo
Óscar Romano