Comentario al Evangelio del martes, 22 de junio de 2021

Fecha

22 Jun 2021
Finalizdo!
Carlos Latorre

Queridos hermanos:

Hoy también seguimos escuchando la historia de Abrahán en el  libro del Génesis. En estas narraciones bíblicas asistimos al nacimiento del pueblo de Isarel, pueblo elegido por Dios en las personas de Abrán y de sus descendientes. La decisión de Abrán y Lot de separarse, dado que el territorio en que se encontraban resultaba pequeño para contener a ambos. Además las continuas disputas impedían que hubiera  paz entre ellos.

Al parecer, la cantidad de ganado que ambos poseían necesitaba un mayor espacio de tierras para pastar. Abrán dijo a Lot: «No haya disputas entre nosotros dos, ni entre nuestros pastores, pues somos hermanos, (en realidad eran parientes). Tienes delante todo el país, sepárate de mí; si vas a la izquierda, yo iré a la derecha; si vas a la derecha, yo iré a la izquierda.»

Por fin, el patriarca puede escoger definitivamente el lugar del territorio donde fijará su residencia y donde colocará también su propia tumba, en el encinar de Mambré, en Hebrón, donde además erigió un altar al Señor.

El Evangelio de hoy nos está  invitando a encontrar el camino seguro que nos llevará a la felicidad. Nos dice lo siguiente: Tratad a los demás como queréis que ellos os traten; en esto consiste la Ley y los profetas.

Ancha es la puerta y espacioso el camino que lleva a la perdición. ¡Y qué estrecha es la puerta y qué angosto el camino que lleva a la vida, a la felicidad! Son pocos los que caminan por él. Y es que el bien siempre es cuesta arriba, mientras que para el mal pareciera que todo sirve.

Siempre se nos ha dicho que no somos cristianos para llevar una vida sin dificultades ni conflictos. Y cuando llegan los sufrimientos,  tenemos siempre la certeza de que no estamos solos para luchar. Jesús,  el amigo que nunca falla, nos tiende su mano y nos enseña que la unión con Él  consiste en pensar primero en los demás y no en uno mismo. Así nos preparamos para entrar un día en el cielo, como nos enseña la siguiente fábula:

Durante un sueño un Maestro fue llevado por su ángel de la guarda al mundo del más allá. Primero entró en una gran sala donde muchos hombres y mujeres estaban sentados a una mesa llena de exquisitos manjares. Pero el problema era que los cubiertos para tomar la comida eran tan largos que era imposible llevar  un pequeño pedacito a la boca.

Llenos de rabia y disgusto las personas se impedían el uno al otro comer y así, a pesar de tener tan cerca manjares tan apetitosos, se morían de hambre, enfurecidos unos contra otros.

-"Esto es el infierno", le dijo el ángel al Maestro.

En otra gran sala apareció una escena semejante: las mismas mesas con riquísimos manjares, aunque los cubiertos para tomarlos eran también larguísimos.

Pero aquí había alegría y paz, porque cada uno de los comensales no pensaba primero en sí mismo sino en el otro, y así le hacía llegar al que tenía enfrente los ricos manjares, de modo que cada uno recibía del otro lo que necesitaba y lo hacía feliz.

-"Esto es el cielo", dijo el ángel.

Siempre nos han dicho que el cielo es el reino del amor. Y si queremos entrar en él debemos ejercitarnos en amar de verdad  empezando a practicarlo en esta tierra. Y Jesús nos enseña cómo hacerlo.

Vuestro hermano en la fe.
Carlos Latorre
Misionero Claretiano
carloslatorre@claretianos.es

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