Comentario al Evangelio del martes, 7 de noviembre de 2023
Virginia Fernández Aguinaco
La imagen de la Iglesia como Cuerpo de Cristo es enormemente sugerente. No es un mero ensablaje de mecanismos porque, en ese prodigio que es el cuerpo humano, cada miembro, órgano o función “existe en relación con los otros”. Cuando estamos enfermos el dolor localizado, que avisa de que algo va mal, produce malestar en todo el cuerpo y así ocurre con lo más grave pero también con pequeños accidentes. Como en el caso del que tuvo que suspender el camino de Santiago a causa de una ampolla en el talón, todos hemos tenido alguna experiencia: si un miembro se daña, todos sufren.
La comunión de los santos afecta todos los miembros para bien o para mal. Esto es lo que afirmamos cuando decimos al final del Credo: “creo en el Espíritu Santo, la Santa Iglesia Católica, la comunión de los santos…” La analogía paulina seguramente podría aplicarse a la humanidad entera: el mal y el bien moral son tan contagiosos -puede ser que más- como el más leve o el mas letal de los virus. Y el triunfo del bien, dependede que cada miembro ejerza su tarea según la gracia recibida.
Añade Pablo una lista de tareas: profecía, servicio, enseñanza, exhortación, administración, dirección, caridad… Todo debe llevarse a cabo con generosidad, alegría, diligencia. Todos tenemos una misión y todos tenemos que pedir la gracia del discernimiento para descubrir a qué estamos llamados. Algunos tendrán aptitudes para múltiples servicios, otros una vocación muy definida, “cada uno según los dones recibidos”. Pudiera ser que alguien se encontrase, por diversas razones, incapaz para todo. Algo puede – y bien sustancioso- hacer: ofrecer su vida y suplicar, alabar y dar gracias, es decir, orar. Ser asiduos en la oración y contribuir de ese modo a la tarea de los demás. Todos estamos convocados al banquete pero solo los que respondan a la invitación del Señor entrarán: pobres, lisiados, ciegos, cojos… Todos tenemos algo que ofrecer. Como dice Pablo: “Tened la misma consideración y trato unos con otros, sin pretensiones de grandeza, sino poniéndoos al nivel de la gente humilde”.