Comentario al Evangelio del martes, 8 de febrero de 2022

Fecha

08 Feb 2022
Finalizdo!
Juan Lozano, cmf

Querido amigo/a:

La Palabra de hoy nos muestra la siguiente paradoja: mientras el joven rey Salomón dirige una solemne oración en su templo recién estrenado, de cara al pueblo, invocando la protección de Dios con toda confianza y orgullo, como nos muestra el salmo que rezamos hoy: “Qué deseables son tus moradas, Señor… dichosos los que viven en tu casa alabándote siempre…”, Jesús en el Evangelio se lamenta de que el pueblo tiene su corazón lejos de Él.

Aprovechando este conflicto con los fariseos, el Señor nos dirige dos advertencias en el evangelio de hoy:

La primera es clara y tajante: “este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí”. Podemos acostumbrarnos a fórmulas y clichés rutinarios que practicamos muy bien pero que no acercan nuestro corazón al Dios de Jesucristo. La afirmación que hace Jesús no pretende fastidiarnos, sino ponernos en guardia de la tentación de creernos convertidos del todo y la consecuente pereza de dejar de buscarle, de dormirnos. Toda la vida creyente es una continua búsqueda y crecimiento sin descanso.

La segunda: “Dejáis a un lado el mandamiento de Dios para aferraros a la tradición de los hombres”. Necesitamos revisar aquellas actitudes que nos impiden ser los primeros buscadores de Dios. La Iglesia no posee a Dios, es Dios quien la posee.  Despojarse de las tradiciones que no llevan a Dios requerirá gran libertad de espíritu y creatividad y no tendrá éxito si como Iglesia nos anclamos en lenguajes caducos que no motivan a buscar al Señor. Se necesitan nuevos lenguajes de Dios que estén más vinculados a la experiencia, más pegados a la vida, más narrativos e imaginativos…, lenguajes que despierten el deseo de Dios. Es necesario modificar la imagen de un Dios inerte y desvinculado de su creación y de sus criaturas para acabar con el “eclipse” que impide hoy a muchos hombres y mujeres ver a Dios. Que ningún aferramiento obcecado nos impida verle. Contrastar nuestra vida con el Evangelio nos refresca continuamente. Renovarse o morir. Así lo supieron hacer Santa Josefina Bakhita y San Jerónimo Emiliani que hoy traemos a la memoria litúrgica.

Aprovechemos este Sínodo en el que estamos invitados a revisar nuestras estructuras y modos de participación en nuestra Iglesia para que nuestro corazón esté siempre cerca de Jesús.

Vuestro hermano en la fe.
Juan Lozano, cmf.

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