Comentario al Evangelio del miércoles, 16 de junio de 2021
Carlos Latorre
Queridos hermanos:
En la segunda carta a los Corintios S. Pablo les insiste sobre la importancia que tiene para nuestra vida de fe la práctica de la solidaridad con los hermanos que están sufriendo especiales dificultades. El mismo apóstol les había informado sobre las calamidades que seguían padeciendo los cristianos de la región de Jerusalén, que él conocía muy bien. De aquellas primeras comunidades cristianas habían surgido los primeros misioneros que estaban difundiendo la fe en Jesús por muchas ciudades y regiones del imperio romano. De ahí que el deber de gratitud por la fe recibida, se debía expresar a través de una ayuda concreta a sus hermanos en Cristo.
Les recuerda que si son generosos con sus hermanos necesitados: “Siempre seréis ricos para ser generosos, y así, por medio vuestro, se dará gracias a Dios”.
En el evangelio se nos habla de la forma como hay que compartir, qué sentimientos e intenciones debemos cultivar cuando se trata de colaborar, dar limosna y hacer el bien. Las obras de piedad no deben practicarse para ganar prestigio ante los demás, posición de poder o privilegios.
Siempre recuerdo de mis tiempos de misionero en Paraguay recorriendo los campos de Yhu, Caaguazú, lo que me sucedió en una pequeña comunidad campesina. Tenían escuela, pero querían construir también un Oratorio o Capilla. El deseo era muy bueno, pero no tenían fondos para conseguir las maderas que se necesitaban. Alguien de los que se habían reunido conmigo para tratar el tema sugirió que había que formar una pequeña comisión e ir a pedir ayuda a un estanciero rico que vivía en la zona. A todos les pareció muy bien. Pero uno de los reunidos dijo: “Padre, las obras comunitarias se hacen con las promesas de los ricos y la platita de los pobres. Sí, te prometen una vaca o lo que haga falta, pero lo prometido nunca llega y nosotros necesitamos construir pronto nuestro Oratorio”.
No todos los ricos son iguales en sus sentimientos y ganas de colaborar, gracias a Dios. Pero ya en el evangelio advierte nuestro Señor: “Cuando tú hagas limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha” (Mateo, 6, 3). Es decir, ayudar sí, pero sin ostentación ni por vanidad.
No cabe duda que muchas personas que encuentran a veces dificultades para practicar la fe, pero se consideran creyentes y quieren vivir de verdad una relación personal con Dios encuentran en la práctica de la solidaridad con los necesitados la expresión concreta de su fe. En una palabra, no son de mucho rezar o leer la biblia, pero practican con generosidad la caridad. El apóstol Santiago ha dejado escrito en su carta: “Yo te mostraré por las obras mi fe”.
Vuestro hermano en la fe.
Carlos Latorre
carloslatorre@claretianos.es