Comentario al Evangelio del miércoles, 17 de febrero de 2021
Juan Lozano, cmf
Querido amigo/a:
Tenemos 40 días. Hoy comienza la Cuaresma. Somos invitados a vivir un tiempo precioso de renovación y crecimiento personal – comunitario. Un año más iniciamos un itinerario, un entrenamiento, un proceso que quiere llevarnos a la meta de la Pascua. Y particularmente, en este año caracterizado por la pandemia, el Papa Francisco nos invita a vivirlo renovando con intensidad las tres virtudes teologales, es decir, los hábitos que Dios infunde en la inteligencia y en la voluntad de la persona para ordenar sus acciones a Dios mismo: la fe, la esperanza y la caridad.
Destaco dos párrafos del mensaje del Papa para la Cuaresma de este año:
– “En este tiempo de Cuaresma, acoger y vivir la Verdad que se manifestó en Cristo significa ante todo dejarse alcanzar por la Palabra de Dios, que la Iglesia nos transmite de generación en generación. Esta Verdad no es una construcción del intelecto, destinada a pocas mentes elegidas, superiores o ilustres, sino que es un mensaje que recibimos y podemos comprender gracias a la inteligencia del corazón, abierto a la grandeza de Dios que nos ama antes de que nosotros mismos seamos conscientes de ello”.
– “Vivir una Cuaresma de caridad quiere decir cuidar a quienes se encuentran en condiciones de sufrimiento, abandono o angustia a causa de la pandemia del Covid. En un contexto tan incierto sobre el futuro, recordemos la palabra que Dios dirige a su Siervo: «No temas, que te he redimido» (Is 43,1), ofrezcamos con nuestra
caridad una palabra de confianza, para que el otro sienta que Dios lo ama como a un hijo.”
Convertíos a mi de todo corazón, escuchamos en la profecía de Joel (1ª lectura). Convertirse significa volver la mirada a Dios, buscarle y dejarnos encontrar por Él.
Que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha. El evangelio nos recuerda hoy que cuando hagamos limosna, ayunemos o recemos, que sea con autenticidad, no para cumplir ni por el qué dirán o para quedar bien ante los demás. Por lo tanto, hoy es un buen día para preguntarme en mi oración personal o cuando me impongan la ceniza sobre mi cabeza: Señor, ¿qué ayuno necesito? ¿Cuáles son las obesidades que me hacen pesado y torpe a la luz del Espíritu? ¿De qué me tengo que vaciar para que tú puedas entrar más en mi? ¿Qué limosna puedo dar? ¿Qué parte de mi no acabo de entregar a los demás? ¿En qué aspectos de mi persona puedo ser más generoso y oblativo? ¿Qué oración puedo hacer? ¿Cómo intimar más contigo en lo secreto de mi habitación?
Todas estas preguntas y prácticas cuaresmales nos invitan a ser más misericordiosos, a crecer en el amor, a estar más cerca de Dios para vivir dentro de cuarenta días su Pascua, su paso por nuestra vida. ¡Ánimo! Es una aventura preciosa que merece la pena vivir. Déjate sorprender por Dios en este tiempo de búsqueda y preparación. De todo corazón, ¡feliz Cuaresma!
Vuestro hermano en la fe.
Juan Lozano, cmf.