Comentario al Evangelio del miércoles, 22 de diciembre de 2021
Alejandro Carbajo, C.M.F
Queridos amigos, paz y bien.
El canto del “Magnificat”, otra vez. Lo hemos escuchado muchísimas veces. Pero, esta vez, en Adviento, y a las puertas de la Navidad, debería sonar de otro modo. Porque la Palabra de Dios es siempre viva y eficaz. Y tiene su propia forma de llamar a nuestra puerta, a la puerta de nuestro corazón.
A mí me suena a anticipo de lo que, en algún momento, espero poder disfrutar plenamente. La promesa de un mundo mejor, donde reinará la justicia que, por ahora, no vemos en el tiempo en que vivimos. María se siente privilegiada, porque ha sentido en su carne lo que significa sentirse querida, mimada por Dios.
Pero eso no la convierte en una privilegiada, en alguien separada de nosotros, los pobres mortales. Al revés, es un espejo, donde todos podemos mirarnos. Es la primera de los discípulos, pero no la única discípula. Todos somos discípulos, y todos estamos llamados a sentir que Dios ha hecho cosas grandes por cada uno de nosotros.
Puede ser un buen día para revisar esos momentos en los que hemos visto a Dios caminando a nuestro lado. Recordar (volver a pasar por el corazón, con agradecimiento) y darle gracias por su presencia en nuestra vida. Quizá hayan sido momentos duros, pero en los que Dios ha ido sufriendo y compadeciéndose de nosotros. O momentos buenos, felices, en los que Él se encontraba cerca. Cada uno sabrá. Podría ser bonito, en nuestra oración, componer nuestro propio “Magnificat”, nuestro propio canto de acción de gracias. Rezar con experiencias de nuestra vida, por las que se puede – y también se debe – dar gracias a Dios. Y prepararse para lo que viene, con un calorcito agradecido en el corazón.
En la primera lectura, hemos visto cómo Ana entregó a su hijo al Señor, agradecida por haberlo podido concebir. Puedes pensar también qué ofrecer a Dios para agradecerle todo lo que ha hecho por ti.
“María se quedó tres meses”. Estuvo ayudando a su prima, hasta que le llegó la hora de dar a luz. Tú, quizá no puedas estar tres meses en un mismo sitio ayudando, pero quizá sí puedas ayudar a alguien un poco. No dejes de pensarlo.
Hoy en España se celebra un sorteo de lotería que, de alguna forma, inaugura la Navidad. Se esperan los resultados del sorteo con mucha ilusión, a ver si toca algo. Ojalá esperemos con más ilusión todavía al Niño Jesús. Porque a nosotros nos ha tocado ya seguro.
Vuestro hermano en la fe, Alejandro, C.M.F.