Comentario al Evangelio del Sábado 11 de Enero de 2025
Los textos de la Misa de hoy, comenzando por la oración colecta, insisten en el acontecimiento central: que Dios se ha hecho carne humana y (dice la primera carta de San Juan) “Y este es el testimonio: Dios nos ha dado la vida eterna, y esta vida está en su Hijo”. Y la oración después de la comunión implora que el pueblo reciba los auxilios presentes y futuros del Amor de Dios sostenido por el consuelo necesario de las cosas temporales.
Ese consuelo es el que el leproso del relato de Lucas -extremadamente enfermo, “lleno de lepra”- pide humilde y confiadamente a Jesús: “Señor si quieres…” Podemos imaginar la emoción y la alegría del leproso al ser tocado mientras escucha la respuesta “quiero, queda limpio”.
Quien más, quien menos, todos y por supuesto también los bautizados, necesitamos el consuelo necesario de las cosas temporales en muchos momentos de la vida. A veces en la enfermedad, a veces en el duelo, a veces en la precariedad laboral o económica. Siempre andamos necesitados de curación. Y de que la misericordia del Señor nos sane. También de cosas de tipo espiritual como el rencor, el resentimiento, la envidia, los hábitos arraigados o adicciones que nos dañan. Como metáfora la lepra física, que desfigura y repugna y aisla de los demás, representa cosas como la fragilidad, la debilidad espiritual o la miseria moral.
En las vidas de los santos, puede sorprender que ninguno, por mucho que haya practicado las virtudes en grado heroico, deja de considerarse pecador, pobre y necesitado de perdón y curación. Todos tenemos que pedir ser curados aun de aquello que ni siquiera reconocemos como enfermedad. Acogernos a la mirada compasiva y redentora de Jesús y decirle con fe: Señor si quieres puedes curarme. Tal vez -si nuestra petición está hecha con fe- oigamos y experimentemos la hermosa y alegre respuesta, y de alguna manera sintamos que Jesucristo nos toca y nos dice: “Quiero, queda limpio”.
Virginia Fernández