Comentario al Evangelio del sábado, 17 de febrero de 2024

Fecha

17 Feb 2024
Finalizdo!
Fernando Torres, cmf

Dice la primera lectura, justo al empezar que “cuando destierres de ti la opresión, el gesto amenazador y la maledicencia… brillará tu luz en las tinieblas, tu oscuridad se volverá mediodía.” Y si nos vamos al Evangelio nos encontramos con la opresión, el gesto amenazador y la maledicencia en acción. Son los fariseos y los escribas que miran malamente el banquete al que Leví ha invitado a Jesús. Un banquete en el que están presentes sus amigos.

Casi nos podemos imaginar que es un banquete de despedida. Leví ha decidido escuchar la invitación de Jesús a seguirle. Ha decidido dejarlo todo. En adelante, Jesús va a ser el centro de su vida. Pero, un personaje como él no puede cerrar toda una etapa de su vida sin una buena celebración / francachela con los que han sido sus amigos hasta ahora: los demás publicanos y pecadores con los que ha compartido tanto.

Se podría mirar esta fiesta con alegría y con esperanza. Comienza una nueva vida para Leví. Es de suponer que explicaría a sus amigotes las razones del cambio. Además, allí estaba Jesús que también hablaría y ofrecería a todos la posibilidad de un futuro diferente. Ni siquiera era necesario que ellos se acercasen a Dios. Era Dios mismo en Jesús el que se estaba acercando a aquella pandilla para que sintiesen cerca la misericordia y la abundancia de la gracia de Dios (curiosamente y como siempre expresada y celebrada en un banquete). No se trataba de abrir unas horas de oficina en la sinagoga para que los pecadores, publicanos y gente de esa calaña, se acercasen. Era Dios mismo el que se acercaba a ellos. Esa era la gran novedad de Jesús. Y es la gran novedad de Jesús. Leví y sus amigotes vieron brillar la luz de Dios cerca de ellos. Y se sintieron bendecidos.

Pero fariseos y escribas estaban dispuestos a estropear la fiesta. Lo que veían no era el comienzo del Reino sino una especie de aquelarre. Jesús mezclado con aquellos pecadores impuros se hacía impuro a sí mismo. ¿Cómo podía ser así el mensajero del Reino, de la Buena Nueva? Ellos eran los puros, los que sabían de Dios. Si Jesús quería ser alguien en el mundo religioso judío, lo primero era acercarse a ellos y seguir las reglas. ¡Qué triste! Tenían tan cerrados los ojos que, aún teniendo delante la luz, siguieron en la oscuridad.

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