Comentario al Evangelio del sábado, 26 de febrero de 2022

Fecha

26 Feb 2022
Finalizdo!
Alejandro Carbajo, cmf

Queridos amigos, paz y bien.

En tiempos de pandemia, nos suena raro eso de acercarse y abrazar. Cuando veo una película, y la gente va por la calle todos juntos, sin mascarillas, en los ascensores, en las tiendas, se me hace raro. Es que vivimos tiempos recios.

En estos tiempos que nos ha tocado vivir, las lecturas, como siempre, arrojan algo de luz para nuestro caminar diario. La carta de Santiago nos recuerda la validez de un sacramento que ya no es la “Extremaunción”, sino la Unción de los enfermos. No hay que esperar al final, cuando haya una operación cercana, o una enfermedad grave, se puede y se debe acudir al sacramento. Quizá haya que volver a catequizar, para que los familiares avisen de que hay un enfermo en la familia, para que los sacerdotes podamos llegar a tiempo.

Esta ancestral costumbre de rezar por los enfermos y con los enfermos es muy elogiable. Todos podemos hacerlo cada día, y, cuando sea necesario, con la ayuda de un presbítero. “Mucho puede la oración intensa del justo”. Que no se nos olvide. Que nos lo creamos. Que confiemos en Dios. No renunciemos a un sacramento que nos recuerda que Cristo comparte nuestro sufrimiento.

Confiar, como los amigos confían en sus amigos. Confiar, como los niños confían en sus padres. De los que son como niños es el Reino de los Cielos. Dentro de cada uno de nosotros sigue habitando un niño, y ese niño puede abrirse, con asombro, a la invitación de Dios, cada día nueva, para ser parte de la Historia de la Salvación. Solo con asombro ante la grandeza de Dios, que se acerca a nosotros, sabiéndonos pequeños, como un niño en los brazos de su Padre, podemos alabar a Dios y sentirlo cercano.

Solo siendo como un niño podemos abrirnos al crecimiento y al cambio. Aceptar la novedad de Dios, que pide que le dejemos entrar en nuestra vida para hacerla nueva. Sentir el abrazo de Dios, para que su calor penetre en nuestra alma y podamos vivir con alegría. 

Dediquemos hoy un tiempo a rezar por los enfermos, conocidos, familiares, parroquianos, si es posible, hagámosles una visita o una llamada, para que sientan nuestro apoyo, y recemos también por los niños, para que puedan crecer sanos, felices y tranquilos, puros, como los ángeles. Que tienen derecho a una infancia feliz.

Vuestro hermano en la fe, Alejandro, C.M.F.

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