Comentario al Evangelio del sábado, 5 de octubre de 2024

Fecha

05 Oct 2024
Finalizdo!

Las témporas, en la Iglesia católica, son los breves ciclos litúrgicos, correspondientes al final e inicio de las cuatro estaciones del año. En su origen, su finalidad era dedicar un tiempo a dar gracias a Dios por los beneficios recibidos de la tierra y a pedirle su bendición sobre las siembras para que produjeran cosechas abundantes.

De alguna manera, con las lecturas de hoy prolongamos lo considerado ayer en torno a San Francisco de Asís en su relación con la naturaleza y el Creador. La primera lectura tomada del libro del Éxodo nos exhorta a no olvidar que todo cuanto tenemos procede de Dios. “Te pedimos que tu luz -leemos en la Oración colecta- nos haga descubrir que has sido tu y no nuestro poder, quien nos ha dado fuerza para crear las riquezas de la tierra”.

Es una oración sencilla. Fácil de decir por los sensatos si son humildes. La verdad es que nadie puede garantizarse una buena cosecha: acecha la lluvia o su falta, las plagas, los incendios… Como no existe el negocio que no pueda fracasar. Nadie está a salvo de que sus esfuerzos, su tiempo y sus capacidades no aseguren totalmente la prosperidad de su empresa. Por eso es una necedad recrearse en el triunfo si se da y atribuírselo totalmente. Claro que si se puede apreciar con justicia el trabajo realizado con rectitud y alegrase dando gracias a Dios que lo hace posible. Los talentos (fuerza, inteligencia, aptitud, habilidad, conocimiento) podemos adquirirlos o desarrollarlos y crear riqueza y bienestar con ellos. Y está muy bien alegrarse, dando gracias a Dios, claro está.

Hace no demasiado tiempo, resultaba natural decir “gracias a Dios”, “si Dios quiere” “Dios lo quiera”. Ahora esas expresiones se oyen rara vez fuera de los ambientes cristianos aunque en España aún hay una mayoría de población bautizada… Digámoslo sin miedo en todo tiempo y lugar. En alguna parte he leído lo siguiente: el peor momento del ateo es aquel en que se siente  agradecido y no encuentra a quien dar gracias. Siguiendo la misma lógica, nuestro mejor momento es el de dar gracias a Quien sabemos nos ama y de Quien procede todo bien.

Virginia Fernández