Comentario al Evangelio del Sábado 7 de Diciembre de 2024

Fecha

07 Dic 2024
Finalizdo!

Queridos amigos y amigas:

Las lecturas de hoy nos presentan un mensaje cargado de esperanza y de misión, recordándonos que el Adviento es un tiempo de preparación para la restauración plena que Dios quiere traer a nuestras vidas y a toda la humanidad. En este contexto, la proclamación del Año Jubilar nos ofrece una clave adicional: estamos llamados a acoger la gracia de Dios como un don gratuito que restaura, sana y libera, para luego compartirla generosamente con los demás.

En la primera lectura, Isaías (30,19-21.23-26) nos habla de un Dios que escucha el clamor de su pueblo y que, como un Maestro cercano, guía y consuela. Aunque el pueblo haya experimentado momentos de angustia y opresión, se les promete un futuro lleno de luz, abundancia y sanación. Este pasaje nos invita a confiar en el Señor incluso en medio de nuestras dificultades, sabiendo que Él siempre está atento a nuestro sufrimiento y dispuesto a intervenir en nuestro favor. Es especialmente significativa la imagen del Maestro que camina con nosotros, indicándonos el camino: “Este es el camino, camina por él”. En este tiempo de Adviento Dios nos llama a sintonizar nuestros oídos con su voz y a seguirlo con confianza, dejando atrás los miedos y las incertidumbres.

El pasaje también describe un futuro en el que las heridas serán vendadas, las llagas curadas y la creación entera será renovada con abundancia y plenitud. Esto nos recuerda que el Jubileo no es solo un tiempo de renovación espiritual, sino también de justicia, reconciliación y cuidado por los demás y por la creación. ¿Estamos permitiendo que Dios sane nuestras heridas? ¿Estamos siendo instrumentos de su paz y de su abundancia para quienes nos rodean?

En el Evangelio (Mateo 9,35–10,1.6-8), Jesús recorre las ciudades y aldeas proclamando el Reino y curando a los enfermos, movido por la compasión hacia un pueblo extenuado y abandonado, “como ovejas sin pastor”. Su mirada compasiva no se queda en un sentimiento pasivo, sino que lo impulsa a actuar: llama a sus discípulos, les da autoridad y los envía con una misión concreta: proclamar que el Reino ha llegado y acompañar esa proclamación con gestos concretos de sanación y liberación.

Aquí se nos presenta un llamado directo a todos los discípulos de Jesús, especialmente en este tiempo de Jubileo: la misión no es opcional, es parte esencial de nuestra respuesta al don que hemos recibido. “Gratis habéis recibido, dad gratis”. El amor de Dios, su gracia y su misericordia no son algo que podamos guardar para nosotros mismos; son un regalo que debe compartirse con generosidad. Jesús nos invita a ser sus colaboradores en la gran mies, a ser instrumentos de su compasión para un mundo herido y necesitado.

El Adviento y el Año Jubilar se convierten así en un llamado doble: primero, a permitir que Dios sane, restaure y transforme nuestras vidas; y segundo, a salir al encuentro de los demás, anunciando con nuestras palabras y acciones que el Reino está cerca. En un mundo lleno de desigualdad, enfermedad y desesperanza, se nos pide que llevemos luz donde hay oscuridad, que proclamemos esperanza donde hay desolación y que demos gratuitamente lo que gratuitamente hemos recibido.

Que este tiempo de espera activa nos impulse a vivir con el oído atento a la voz del Maestro, los pies dispuestos a caminar por el sendero que nos marca y las manos abiertas para sanar, consolar y compartir. Así, nuestra vida se convertirá en un testimonio vivo de que el Señor está cerca, vendando heridas y proclamando un tiempo nuevo de gracia, justicia y plenitud. ¡Que nuestra existencia sea anuncio y testimonio del Reino de Dios, que ya está entre nosotros!

Fraternalmente,

Edgardo Guzmán, cmf.
eagm796@hotmail.com

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