Comentario al Evangelio del viernes, 15 de abril de 2022
José Luis Latorre, cmf
Queridos amigos
Hoy escucharemos el relato de la Pasión del Señor según San Juan. Quiero destacar un aspecto: la soledad de Jesús. Le traiciona Judas, le abandonan los apóstoles, Pedro le niega tres veces, desaparece la multitud que días antes lo recibía como rey con cantos y palmas a su entrada en Jerusalén… Solo María, su madre, y Juan permanecen al pie de la cruz con algunas mujeres. En este momento difícil el Señor no pudo contar con la compañía y la amistad de los suyos. Todos sabemos qué mala es la soledad en momentos difíciles y qué mal se pasa. Pues esto es lo que vivió Jesús en su Pasión.
Es difícil entender la muerte de Jesús en la cruz sin la luz de la fe. Por la fe sabemos que nada, por absurdo que parezca, es inútil, pues los caminos de Dios no son nuestros caminos y los planes de Dios son inescrutables para nosotros. Pero en la soledad de la cruz, a la muerte de Jesús se manifestaron su gloria y su comunión total con el Padre. Jesús fue el Hijo obediente hasta la cruz porque esa era la voluntad del Padre y Jesús había venido para cumplir los planes del Padre.
En este día de la Cruz los cristianos de todo el mundo estamos invitados a mirar y escuchar la Pasión de Jesús con los ojos del discípulo/amado. En la cruz Jesús sufre por la violencia que le causan los seres humanos concretos. Jesús en la Cruz es icono del dolor ocasionado por la voluntad del ser humano con su hermano. Una violencia que Jesús toma sobre sí y a la que responde no con más violencia, sino con un amor extremo y total. Su actitud y sus palabras pronunciadas en los momentos de su crucifixión y agonía nos enseñan cómo enfrentar la violencia, el desamor y la soledad de los más cercanos.
Jesús sigue siendo crucificado en los millones de personas que pasan hambre cada día, en los mutilados de todas las guerras y en los que están sujetos a condiciones inhumanas de vida y trabajo. Jesús continúa crucificado en los discriminados por ser negros, indígenas, pobres y de otra opción sexual. Pero ninguno de ellos está solo, Jesús camina, sufre y resucita en todos estos compañeros suyos de tribulación y de esperanza. ¡Oh Cristo, amor crucificado hasta el fin del mundo en los miembros de tu cuerpo, haz que hoy podamos comulgar con tu pasión y muerte para poder gustar tu Gloria de Resucitado!
“Te dejaste clavar en la Cruz para derramar sobre todos la luz de tu perdón, y de tu pecho traspasado fluye hasta nosotros el río de la vida”. Ya dijo Jesús: “si el grano de trigo cae en tierra y muere, da fruto”. Para Dios la muerte de Jesús vivida en soledad no fue estéril e inútil, al contrario fue una fuente de vida que hasta hoy fluye, y fluirá sin parar hasta el fin del mundo. ¡Bendita soledad de Jesús en su pasión y muerte que nos ha traído tales torrentes de vida y bendición!
José Luis Latorre
Misionero Claretiano