Comentario al Evangelio del viernes, 2 de julio de 2021
CR
Queridos amigos y amigas:
Los ojos de la cara son capaces de ver lo que aparece ante ellos. Pero hay otra mirada capaz de ver más allá…
Jesús fue un hombre de mirada profunda. No se quedó en las apariencias… Porque el Padre tampoco se queda en lo que aparece a primera vista. Por eso llega a elegir a alguien que otros nunca hubieran elegido: a un cobrador de impuestos, que colaboraba con el poder ocupante –Roma-, que pertenecía a un grupo con muy mala fama en la sociedad de su tiempo… Y, sin embargo, Jesús ve en él un ser humano, una criatura de Dios capaz de algo más de lo que hace en ese momento. Y le dijo “Sígueme”.
Hoy también podemos dejarnos mirar por Jesús. Dejar que sus ojos miren más allá de nuestras apariencias, de nuestras luces y sombras, de nuestros logros y deficiencias… Dejar que su mirada vea el ser humano que hay en nosotros, criatura de Dios llamada a ser hijo y hermano de todos… Y dejar que también a nosotros nos diga: “Sígueme”.
Y aprender nosotros de esa mirada, para poder también mirar a otros más allá de las apariencias, de lo que otros dicen, de la fama de cada uno… llegar a ver el ser humano que hay en cada uno, llamado a crecer y a parecerse al modelo desde el que fue creado: el Hijo.
Mírame, Señor, como tú sabes mirar.
Dame, Señor, tu mirada, para ver como tú ves.