Comentario al Evangelio del viernes, 22 de diciembre de 2023
Miguel Tombilla, cmf
Sé que los tiempos de revolución ya pasaron y que, quizás, sea mejor así. Sé que la sociedad (en su mayor parte) decidió hace tiempo que lo más cómodo, lo perversamente más útil, es ir a lo mío y no meterme en problemas. Que cada uno se defienda como pueda.
Sé que en la Iglesia corren tiempos acomodaticios (en una buena parte de esta Madre amada), que lo mejor es hacer eventos multitudinarios y contar y recontar a los asistentes. Demostraciones de fuerza por número y toma de las calles con cánticos (que no me parece mal hasta cierto punto).
Pero están llegando tiempos, ya son llegados, en que bajo la omnipotente palabra “crisis” se da carta blanca al poder económico-político (quién lo pudiera distinguir), para recortar derechos básicos.
En buena parte de esta Unión europea de producen recortes en ayuda exterior y sanidad que son asuntos graves. Los ERES de “limpieza” en empresas que son inmorales e injustos. Trabajos más que basura. Emigración, que es tristeza de una obligación que creíamos olvidada en la noche de los tiempos cercanos (con la maleta de cartón), hoy con la Samsonite. Fronteras cerradas para que no entren los que menos pueden y menos son, pérdida de derechos humanos por externalización de control de fronteras a dictaduras que nos hacen el trabajo sucio. El Planeta esquilmado en la pérdida de biodiversidad y el calentamiento global y aún seguimos sin dejar de consumir o reducir el consumo de combustibles fósiles. Guerras que se pueden parar pero que no interesa porque los intereses son de los de siempre…
Sé que es decir por decir, escribir por escribir, pero mantengo la esperanza en el Dios de la comunidad, que atribuye a María las palabras del Magníficat, que, a su vez, son de Ana y de toda una tradición bíblica que entendió a Dios como Aquel que pone el mundo al revés en clave de justicia misericordiosa.
Pues que este Dios antiquísimo nos dé la fecundidad generosa para nuestros vientres secos y estériles. Que podamos gestar, en pequeñito, en lo cercano, esos hijos del Reino que crean que la “crisis” no es un organismo inalterable que puede hacer lo que le venga en gana con los derechos que tantos siglos de gestación necesitaron. Que los pobres no queden siempre indefensos y que se puedan alzar de la basura de lo que unos pocos nos encargamos de consumir obsesivamente.
Amén.