Comentario al Evangelio del Viernes 28 de Marzo de 2025
No estar lejos del Reino
Si creemos de verdad que Dios es amor, vivir en Él, amarle con todo el corazón, toda el alma, y toda la mente, y al prójimo como a uno mismo, será estar cerca de Dios, y de su reinado. Lo importante sería pensar qué significa en la práctica amar con toda el alma y con toda la mente. Porque las palabras son bonitas, incluso podrían sonar románticas, pero la realidad puede ser mucho más difícil. Alguien dijo que, si bien amor es un sustantivo, Dios es más bien un verbo. Porque no sería amor el que no tiene objeto a quien amar, y eso es acción.
¿Cuáles son las acciones del amor? Poner al otro por delante de uno mismo y las propias apetencias o comodidades. Eso implica, muchas veces, sacrificio. Implica entrega de tiempo y capacidades, e incluso dinero. Acción del amor es buscar el bien de la otra persona, sin confundir bien con permisividad, capricho o injusticia. El bien de la persona es vivir en verdad y justicia, es decir, acercarse también al Reino. Acción del amor es una hospitalidad real que acoge, sostiene, consuela, da alimento. Acción del amor es proclamar la verdad, y no permitir, en lo que sea posible, que otros vivan en la mentira y la oscuridad.
San Pablo describe en I Corintios las características del amor verdadero: paciencia, aguante, servicio, esperanza, fe, tolerancia, apertura…
No son palabras bonitas; son acciones a veces difíciles. Pero, si hay que poner al otro por delante, ¿qué pasa con el amar como a uno mismo? Paradójicamente, poner al otro por delante, practicar todas esas acciones y cultivar todas esas actitudes del amor, es amarse a sí mismo, porque es caminar en la luz y en la verdad. Significa vivir en Dios y no enredado en uno mismo y en las pobres y mediocres comodidades y egoísmos. Es estar cerca del Reino. Mejor incluso que cerca: en el Reino.
Cármen Aguinaco