Comentario al Evangelio del Viernes 29 de Noviembre de 2024

Fecha

29 Nov 2024

Queridos hermanos:

Las expresiones “estas cosas” y “todo eso”, casi idénticas en el texto original, ha servido de grapa para unir dos enseñanzas de Jesús independientes en su origen: una parábola sobre los signos del tiempo mesiánico y una llamada a su generación a que perciba que ya está inmersa en los acontecimientos salvíficos finales. Quizá la expresión “todo esto” no signifique lo mismo en ambos contextos. Un documento de la Pontificia Comisión Bíblica de 1964, época del Vaticano II, advierte que los evangelios no siempre transmiten los dichos de Jesús en el orden cronológico en que él los pronunció, ni tampoco en su exacta literalidad, sino con variaciones, conservando el sentido que él les daba.

Pertenece a la primera época de la actividad de Jesús la llamada al júbilo, a abrir los ojos ante lo que está sucediendo: él va realizando acciones compasivas, curando tristezas, dirigiendo palabras de perdón, acogiendo a pecadores públicos y otros marginados, curando a enfermos físicos o psíquicos. Libera a muchos de la angustia, contagia salud mental invitando a contemplar al Dios Padre y providente que alimenta hasta a los impuros gorriones: “no andéis angustiados… Ya sabe vuestro Padre…” (Lc 12,29-30). Dios ha comenzado a reinar, las cosas van siendo como él desea que sean, y los seguidores de Jesús ven “todo esto”.

Nosotros, como aquellos discípulos, debemos acoger la llamada del Maestro a observar “esas cosas” que están ya sucediendo y, en consecuencia, exclamar: efectivamente “el reino de Dios está en medio de nosotros” (Lc 17,21). Fijémonos en la reciente reacción humanitaria, generosa y desinteresada, de creyentes y no creyentes, en favor de los damnificados de Valencia (mientras los políticos se debatían de forma vergonzante en otros intereses); Jesús habrá dicho también: si todo eso sucede… el Reino de Dios anda de por medio. Hace años, algunos políticos, hablaban de “brotes verdes”, signos de superación de una gran crisis económica; Jesús invita a observar el verdor de las yemas de la higuera, o, en otro momento, el color dorado del trigo (Jn 4,35). Ojalá el Señor nos conceda ojos limpios para percibir esos “brotes verdes” de su salvación.

El segundo dicho, aparentemente relacionado con el cuándo de la llegada de la salvación, crea más problemas de comprensión, pues hace suponer en Jesús un error de cálculo, como si fuese un adepto de cualquier secta excéntrica de nuestro tiempo. Aquí es obligado aludir a un problema filológico. Jesús, plenamente encarnado en su tiempo y cultura, habló en un idioma muy pobre en conjunciones. Según los expertos, casi la totalidad de los textos evangélicos que suenan “antes que” o “no antes que” son traducción errónea al griego de frases arameas ambiguas; y nosotros dependemos de esa mala traducción (¡también nosotros estamos sometidos a la limitación de la encarnación!). El dicho en sí, independiente de la parábola que lo precede, debe de referirse a toda la obra salvífica de Jesús, que forma un todo desde su encarnación hasta su resurrección y parusía. Y la generación contemporánea de Jesús ya está disfrutando de ese hecho salvífico global; no es para ella solo objeto de esperanza, sino de disfrute actual. Quizá la traducción correcta sería: “Todo eso es ya una realidad en esta generación”. Y esto nos invita nuevamente a contemplar “todas estas cosas”, la salvación ya en marcha, y valorar lo que nos ha tocado en suerte. Acojamos gozosos su magisterio, sus palabras que “no pasarán”; es una especie de juramento en labios de Jesús.

Vuestro hermano
Severiano Blanco cmf

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