Comentario al Evangelio del Viernes 7 de Marzo de 2025
Cuando era pequeño y celebrábamos en el colegio de religiosos al que iba el mes de mayo, nos daban un pequeño cuadernillo donde teníamos que ir anotando los sacrificios que hacíamos cada día en honor de la Virgen. Llenar aquel cuadernillo era una manera de demostrar nuestro amor a la Virgen. También era una forma de acumular méritos ante ella y, dada su cercanía a Dios, ante el mismo Dios. Así se ha entendido este asunto del ayuno y de los sacrificios durante mucho tiempo en la Iglesia. Se trata de acumular actos que nos causan dolor o que nos cuesta hacerlos por su dificultad. De esa manera vamos llenando nuestro cuadernillo a lo largo de la vida. Expresamos así nuestra devoción. Es decir, si hacemos una peregrinación de rodillas, eso parece ser que tiene mucho más valor –es más sacrificado– que si lo hacemos caminando. Y así vamos acumulando méritos ante Dios para conseguir nuestra salvación o el perdón de los pecados.
Pero el mensaje de Jesús no va por ahí. El Evangelio nos habla del amor gratuito de Dios. No hay que hacer méritos para conseguir nada ante Dios. La salvación, el perdón, la vida, es un regalo gratuito de Dios (esto es algo que nos cuesta muchísimo creer). Ayunar no es la forma de conseguir nada ante Dios. Nosotros no tenemos que guardar luto porque el esposo, Jesús, está con nosotros. Lo tenemos presente en la Eucaristía.
Si queremos hacer algún ayuno, mejor le hacemos caso a Isaías en la primera lectura cuando dice que “este es el ayuno que yo quiero: / soltar las cadenas injustas, / desatar las correas del yugo, / liberar a los oprimidos, / quebrar todos los yugos, / partir tu pan con el hambriento, / hospedar a los pobres sin techo, / cubrir a quien ves desnudo / y no desentenderte de los tuyos.” Dicho de otra manera, menos sacrificios artificiales que no nos lleva a nada y más cultivar la fraternidad y acercarnos a los pobres y a los que sufren. Menos perdernos en tonterías y más centrarnos en lo fundamental: construir el Reino con Jesús y con nuestros hermanos y hermanas, sin dejar a nadie atrás.
Fernando Torres, cmf