Comentario al Evangelio del Viernes 8 de Noviembre de 2024

Fecha

08 Nov 2024
Finalizdo!

La parábola del administrador infiel, a mi parecer, es uno de los pasajes del Evangelio que provoca más perplejidad y desconcierto. Nos preguntamos qué quiere decir y, puestos a buscar comentarios autorizados, encontramos pocos y no demasiado convincentes.

Al lector no muy especialista en exégesis puede escandalizarle que Jesús alabe un comportamiento desleal. En realidad no es Jesús quien lo alaba, sino el amo defraudado por el administrador infiel. Cabe dentro de lo posible que Jesús estuviera narrando un hecho real que habría suscitado muchas habladurías y algunas risas en la región. No es Jesús quien admira la astucia. Sólo da cuenta de cómo el amo estafado reacciona alabando la habilidad tramposa con la que su administrador intenta asegurarse una salida ya que “no puede cavar ni mendigar”..

Si completamos el fragmento del texto de Lucas (16, 1-8) que hoy escuchamos en la Liturgia de la Palabra al menos hasta el versículo 13 es posible que comprendamos mejor esta parábola y lo que Jesús quiso que aprendiéramos. Y aún más si seguimos leyendo lo que es una enseñanza completa acerca del uso de los bienes que debe practicar quien sigue al Maestro. Sólo una sentencia, para meditar:  “Ciertamente, los hijos de este mundo son más astutos con su propia gente que los hijos de la luz”.

La palabra astuto en la mayoría de los casos alude a cierta habilidad para el engaño y la marrullería. Pero también puede entenderse como sagacidad: algo así como la capacidad de prever, el tener cautela y clarividencia para apreciar las consecuencias de nuestros actos y en qué medida pueden servir al bien. Jesús pide a sus seguidores que aprendamos a ser astutos para hacer amigos en el cielo, es decir para hacer el bien. Pide que empleemos con sagacidad nuestras riquezas, (materiales o no, que también es riqueza el talento, la cultura, el conocimiento), para que sean un aval cuando seamos juzgados. Somos hijos de la luz: caminemos como tales.

Virginia Fernández