Comentario del jueves de la Tercera Semana de Pascua (18-04-2024)
Queridos hermanos, paz y bien.
La preparación para el Bautismo del eunuco fue breve. Son las ventajas de que el catequista sea uno de los diáconos de la primera iglesia en Jerusalén, que también fue uno de los primeros cristianos en predicar el evangelio fuera de la ciudad santa. Un poco de charla y el agua que purifica y renueva. Hablando en serio, es verdad que hay personas y personas. Con algunos, en mi experiencia como párroco, hay que trabajar mucho, casi desde Adán y Eva, y otros están ya en la onda del Espíritu, y los procesos se pueden acelerar. Es lo bueno que tiene la Iglesia, el trato personalizado. A cada uno, según sus necesidades.
Hay que estar abierto a la acción del Espíritu, para que Éste pueda actuar. Ponerse a tiro, como el eunuco sin nombre. Dejar que la Palabra nos ilumine, y permitir, pedir que algo cambie en nuestra vida. A mejor, por supuesto. Además, la vida de Felipe nos muestra que cualquier cristiano común puede ser usado por el Señor de forma extraordinaria.
El don de la fe es el que nos permite creer. Es el Padre el que nos atrae, nos regala la posibilidad de ser creyente. “No me elegisteis vosotros a Mí, sino Yo a vosotros”, dijo Jesús. Por eso hay que aprender a interpretar los ritmos de Dios. Hay que agradecer cada día lo que nos da, el regalo de la fe, su amor, la Eucaristía… Y vivir con la sensación de que todo es gracia. Cada día es un regalo, y no podemos acostumbrarnos. Demos gracias a Dios por la fe, y por todo lo que hace por nosotros. Y no dejemos nunca de estar a la escucha. Que los caminos de Dios son misteriosos, pero accesibles.
Vuestro hermano en la fe,
Alejandro Carbajo, C.M.F.