Comentario del miércoles de la Tercera Semana de Pascua (17-04-2024)
Queridos hermanos, paz y bien.
La muerte de Esteban fue el inicio de una persecución por toda Jerusalén. Y no sólo. Ser cristiano nunca ha sido fácil. Incluso hoy no es sencillo. Sin persecuciones físicas, pero con mucha presión social. Decir que somos cristianos no es siempre fácil. Estar en contra del aborto, de la eutanasia, de la maternidad subrogada no ayuda a hacer amigos. El documento “Dignitas infinita” del dicasterio para la Doctrina de la Fe nos recuerda cuántos ataques a la dignidad de la persona siguen sucediendo hoy. Y la Iglesia es la única que habla en contra de esos ataques. Es lo que hay.
Dios escribe recto con renglones torcidos. La persecución sacó a los cristianos de Jerusalén, y extendió la fe en Cristo resucitado por todo el mundo. Hasta los confines de la tierra. Hasta el día de hoy, seguimos por los cinco continentes hablando del Salvador del mundo. Y haciendo signos. Quizá no expulsamos tantos demonios ni curamos tantos enfermos como hacía Jesús, pero llevamos la Buena Nueva desde el Polo Norte hasta el Polo Sur, desde el este al oeste.
Saulo sigue haciendo estragos, pero en su vida pronto se producirá un gran cambio. Las personas que viven con pasión, son capaces de orientar su celo hacia el fin que marca sus vidas. De momento, el objetivo no es el correcto, pero Dios tiene sus tiempos. Démosle tiempo para que cambie lo que deba ser cambiado.
Otro mensaje del Evangelio de hoy nos habla de la importancia de aceptar la voluntad de Dios para nuestra vida. Hemos celebrado hace poco la solemnidad de la Encarnación. El “hágase en mí según tu Palabra” es el modelo de vida del cristiano. Confiar, fiarse de Dios para hacer de tu vida lo que Él quiere. Como Jesús. Como muchos santos en la historia de la Iglesia. Es un buen día para preguntarnos si somos creyentes, si nos atrevemos a creer o exigimos condiciones y señales, como santo Tomás hace un par de domingos.
¿Cuál es la roca sobre la que construimos nuestras vidas? ¿Nos apoyamos en Dios, o en nuestras propias fuerzas? Tenemos que esforzarnos más por ver el paso de Dios en nuestra vida, para configurarnos más con Él, leer todo en clave divina y responder como hace falta. Para ser más felices, o sea, para ser más santos.
Vuestro hermano en la fe,
Alejandro Carbajo, C.M.F.