Liturgia Viva – 30 de Diciembre. Feria de Navidad
ABIERTOS AL MISTERIO DE DIOS
Liturgia de la Palabra
Introducción a la Primera Lectura: 1 Jn 2,12-17
Con demasiada facilidad, todos más de una vez, como dice San Juan en la Primera Lectura, perdemos nuestro corazón enredados en deseos y propósitos que nos someten y nos alejan de la felicidad segura y profunda que Dios nos promete.
Introducción al Evangelio: Lc 2,36-40
En el mismo escenario de la profecía de Simeón aparece una anciana y sabia mujer, Ana, proclama que está pronta la Salvación, que el Señor Dios nunca abandona sus promesas. Y le da gracias por todas las generaciones pasadas y las que vendrán.
Oración Colecta
Oh Dios, Padre todopoderoso:
Tú inspiras a gente humilde y fiel
a reconocer a tu Hijo
y a acogerlo como el Salvador
que trajo libertad y vida a su pueblo.
Que nosotros también reconozcamos y acojamos a Jesús
en todo lo que es pequeño y humilde
y, con él y como él, crezcamos en sabiduría y gracia
hasta la madurez que tú sueñas para tus hijos e hijas,
de modo que alcancemos la estatura plena de Jesús.
Te lo pedimos por el mismo Cristo nuestro Señor.
Intenciones
– Por los padres y madres, para que den a sus hijos la sana libertad para que sean y se realicen ellos mismos, y para que crezcan como cristianos maduros y responsables, roguemos al Señor.
– Por los jóvenes, para que lleguen a amar profundamente a Cristo y para que la visión y el evangelio del mismo Jesús echen profundas raíces y crezcan fuertes y robustos en ellos, roguemos al Señor.
– Por los niños chiquitos, para que lleguen a descubrir y a amar a Dios a través de su experiencia del amor de sus padres, roguemos al Señor.
– Por todos nosotros, hijos e hijas de Dios, para que sepamos buscar su voluntad en todo lo que hacemos y formar comunidades en las que nos preocupemos, con amor y solidaridad, los unos por los otros, roguemos al Señor.
Oración sobre las Ofrendas
Oh Dios y Padre nuestro:
Por medio del alimento y bebida de la eucaristía
–cuerpo y la sangre de tu Hijo–,
calma nuestra hambre y sacia nuestra sed
de todo lo que es bueno a tus ojos.
En este ofertorio, nos ofrecemos a nosotros mismos
juntamente con tu Hijo, Jesucristo nuestro Señor.
Oración después de la Comunión
Oh Dios y Padre nuestro:
Aquí en la eucaristía
tu Hijo Jesús nos ha ofrecido su victoria y liberación
para vencer el mal en este mundo,
en nosotros y en nuestro alrededor.
Disponnos para recibir siempre con gratitud
la vida y la luz de Jesús
y para seguir sus huellas,
porque él es nuestro Señor
por los siglos de los siglos.
Bendición
Los ancianos, Ana lo mismo que Simeón, mujeres lo mismo que hombres, con frecuencia perciben los misterios de Dios con una perspicacia que avergüenza a los teólogos y poseedores de títulos académicos. Eso lo aprenden por medio de la oración y de la reflexión.
Que el Señor bendiga a estos sabios ancianos.
Y que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre todos nosotros y permanezca para siempre.