Liturgia Viva – La Visitación de la Bienaventurada Virgen María
Introducción
Lucas presenta a María como el Arca de la Alianza que va a Jerusalén para mostrar que Dios está presente en medio de su pueblo para llevarles alegría. Por eso el niño dio un salto (danza de alegría) en el seno de Isabel. Con Cristo, Dios viene a vivir no en un templo de piedra, sino en el corazón de los hombres. Por medio de Cristo que vive en María, la victoria de Dios sobre el mal ha comenzado ya. Una persona en la que Cristo viva -una portadora de Cristo, un “Cristóbal”- lleva a Cristo a los otros, y con él, alegría y amor.
Oración Colecta
Señor Dios nuestro, Padre amoroso:
María fue deprisa
a visitar a su prima Isabel
en su hora de especial necesidad.
Que también nosotros
nos regocijemos en el Señor
cuando podamos darnos prisa
para ver a los hermanos
y llevarles al Señor
al tomar parte en sus necesidades, penas y alegrías.
Con y como María,
ojalá lleguemos a ser para ellos una bendición de Dios.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Intenciones
En unión con María, la Madre de nuestro Señor, oremos juntos a Dios nuestro Padre, y digamos: R/ Señor, anima a tu pueblo humilde.
- Por una Iglesia de los pobres que busque su grandeza en el servicio humilde, para conducir a la persona entera hacia Dios, roguemos al Señor. R/ Señor, anima a tu pueblo humilde.
- Por un corazón que sepa cómo alabar al Señor y cifrar su alegría en Dios nuestro Salvador, roguemos al Señor. R/ Señor, anima a tu pueblo humilde.
- Por un estilo de vida humilde y servicial, para que el Señor se acuerde de nosotros en su bondad, roguemos al Señor. R/ Señor, anima a tu pueblo humilde.
- Por sabiduría para los poderosos de esta tierra, para que respeten la dignidad de los pobres y atiendan a las necesidades de los hambrientos y marginados, roguemos al Señor. R/ Señor, anima a tu pueblo humilde.
- Por una confianza firme en la intercesión de la Madre del Señor, que se preocupa por nosotros con amor de madre, roguemos al Señor. R/ Señor, anima a tu pueblo humilde.
Oh Padre nuestro, te presentamos estas súplicas por mediación de María, la Madre de Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor.
Oración sobre las Ofrendas
Señor Dios nuestro, Padre amoroso:
Por medio de tu Hijo Jesucristo
tú nos visitas en esta eucaristía.
Que ésta sea una visita que nos transforme,
porque Jesús haga grandes cosas en nosotros
y nos colme con su amor y compasión.
Y, como María en el Magnificat,
cantemos nuestra gratitud
para alabar tu santo nombre
por medio del mismo Jesucristo, nuestro Señor.
Oración después de la Comunión
Señor Dios nuestro, Padre amoroso:
Arranca de nuestros corazones toda soberbia petulante
para que así, con nuestra sencillez,
puedas hacer grandes cosas
en nosotros y por nosotros.
Haznos disponibles y abiertos a ti
y a nuestro prójimo,
especialmente a los pobres y humildes.
Gracias por elegirnos
como discípulos de tu Hijo Jesucristo,
nuestro hermano y nuestro Señor
ahora y por los siglos de los siglos.
Bendición
Hermanos: Al lo largo de esta celebración eucarística nos hemos saludado repetidas veces diciéndonos: “El Señor esté con ustedes”. Dios nos ha visitado de nuevo como a su pueblo. Sigamos amándole y llevándole a los que nos rodean. Y que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre nosotros y nos acompañe siempre.