Liturgia Viva del Bienaventurada Virgen María del Rosario

Fecha

07 Oct 1972
Finalizdo!

FE, COMO LA DE ABRAHÁN 

Introducción
Primera Lectura:
Abrahán, padre nuestro en la fe, fue un hombre que vivió según el evangelio antes de que Jesús proclamase la Buena Nueva de salvación. Él confió en Dios: siguió la llamada de Dios sin cuestionar a Dios y sin pedir pruebas. Todo lo que consiguió fue una promesa en la que había que creer; y cuyo cumplimiento  -tal como Dios le dijo más tarde –  nunca vería personalmente. 
Evangelio. En fuerte contraste  con Abrahán, en tiempo de Jesús, el pueblo de la promesa le desafió al mismo Jesús y le cuestionó, especialmente los líderes religiosos. Incluso los signos de liberación del mal que Jesús les mostró no les impresionaron como signos en los que hay que creer. —  ¿Cuál es nuestra actitud hacia los signos de la providencia de Dios en nuestras vidas?  

Oración Colecta
Señor Dios nuestro:
La fe es lo más importante para salvarnos.
Lo sabemos, y sin embargo pedimos pruebas.
Ayúdanos a creer en ti al ver tus obras:
tu creación, tu poder,
tu bondad que encontramos en la gente.
Concédenos vivir con confianza
con la incierta certeza de la fe,
creyendo, esperando, amando y confiando,
porque nos has hecho libres
por Jesucristo nuestro Señor.

Intenciones

  1. Para que como Abrahán, nuestro padre en la fe, los cristianos nos pongamos confiadamente en las manos de Dios, roguemos al Señor.
  2. Para que por la gracia de Dios seamos rectos y bondadosos, de forma que seamos una verdadera bendición para nuestros hermanos, roguemos al Señor.
  3. Para que nuestros corazones no estén divididos, sino que tratemos de vivir sinceramente el evangelio, roguemos al Señor.

Oración sobre las Ofrendas
Señor Dios nuestro:
Nuestra fe nos asegura
que Jesús tu Hijo,
presente ya en esta comunidad de fe,
se nos dará a sí mismo en persona
en estos signos de pan y vino.
Fortalece nuestra fe,
para que podamos sembrar y también cosechar
al lado de tu Hijo
y con él vivir en tu amor
ahora y por los siglos de los siglos.

Oración después de la Comunión
Señor Dios nuestro:
Te damos gracias
por alimentar nuestra fe vacilante
con la palabra de tu Hijo
y con su pan que nos da fuerza.
Graba su mensaje en nuestros corazones
de forma que nunca pueda borrarse,
y mantennos en marcha
sin necesidad de ninguna prueba ni señal especial,
en la certeza de que tú nos amas
y de que, incluso en retos y pruebas,
tú nos llevarás a ti, a tu casa,
por medio de Jesucristo nuestro Señor.

Bendición
Hermanos:  Los discípulos le pedían al Señor: “Señor, aumenta nuestra fe.” Éste debería ser nuestro grito desde el fondo del corazón. Pedimos al Señor una fe viva y profunda para que sepamos acogerlo en su palabra,  y para hacer posible que su mensaje y su persona guíe nuestras vidas.
Que la bendición de Dios todopoderosos, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre ustedes y permanezca para siempre.

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