Liturgia viva del domingo de ramos en la pasión del señor
- ¿Hasta Dónde Sigo a Mi Señor?
- Uno con Jesús en el Sufrimiento y en el Triunfo
I. BENDICIÓN DE PALMAS Y PROCESIÓN
Introducción Antes de la Bendición de las Palmas (Dos Opciones)
- ¿Hasta Dónde Sigo a Mi Señor?
Hoy, Domingo de Ramos, es un día de gloria para el Señor, que es aclamado por el pueblo como mensajero de Dios: “Bendito el que viene en nombre del Señor”. Dentro de pocos días, como oiremos en la historia de la Pasión, el pueblo gritará: “¡Crucifícalo!” Entendemos esto mejor cuando reflexionamos sobre nuestras propias vidas. Tenemos algunos días de felicidad gloriosa, de éxito, de alegría, pero también días tristes de contradicción y de fracaso. Hoy miramos esos días a la luz del Señor. Con él vivimos días felices; con él experimentamos también días llenos de tristeza; pero, sean días tristes o alegres, en todos ellos seguimos al Señor. - Uno con Jesús en el Sufrimiento y en el Triunfo
La celebración de hoy es la obertura del drama de la Semana Santa. Enfoca a dos actos centrales que nos trajeron perdón y nueva vida: La muerte y la resurrección de Jesús. Cuando agitamos nuestros ramos, aclamamos a Jesús como nuestro rey victorioso, porque en Pascua vencerá al pecado y a la muerte. Pero para conquistar esa victoria, optó voluntariamente por someterse al sufrimiento y a la muerte, como se nos dice en la historia de su pasión. Seamos uno con Jesús en su sufrimiento, para compartir también su victoria.
Oración de la Bendición de los Ramos
Venimos hoy ante ti con ramos verdes,
símbolos de vida y juventud,
y símbolos de Jesús,
que se llamó a sí mismo “árbol verde”.
Bendícenos, y bendice (+) estos ramos
que portamos en nuestras manos.
Que estos pequeñas ramas y hojas
aclamen a Cristo como a nuestro Señor,
que nos trae plenitud de vida,
aun cuando tengamos que caminar con él
por el difícil camino del sufrimiento y de la muerte
hacia la victoria final.
Te lo pedimos por medio del mismo Jesucristo
nuestro Señor, que vive y reina
por los siglos de los siglos.
(El sacerdote rocía los ramos en silencio. A continuación, puede haber una breve homilía. Después, el sacerdote o el ministro invita al pueblo a la procesión).
Jesús entra en Jerusalén con triunfo popular. También nosotros lo proclamamos ahora como nuestro Rey glorioso, pero su auténtico reinado era el del Siervo de Dios y del pueblo, que murió para traernos vida. ¿Queremos ser como él?
Con el pueblo de Jerusalén honramos a Jesús como Señor nuestro y seguimos cantándole nuestra alabanza, mientras caminamos tras él.
II. LA EUCARISTÍA
CANCIÓN de entrada: El canto de procesión sirve también de Canto de Entrada. Después de la procesión o de la entrada solemne, el sacerdote recita inmediatamente la Oración Colecta. Solamente si no hay procesión o entrada solemne, se dice el acostumbrado Acto Penitencial y Señor Ten Piedad, según el misal.
Oración Colecta
Pidamos a nuestro Padre del cielo que la pasión y muerte de Jesús nos traiga perdón y vida.
(Pausa)
En la pasión y muerte de Jesús
tú has hecho que nos percatemos
de lo profundamente que tú nos amas.
Haz que seamos conscientes de lo malo que es el pecado
y disponnos a seguir creyendo en tu amor
cuando tenemos que llevar la cruz del sufrimiento;
porque a la cruz sigue la resurrección,
en Jesús y en nosotros.
Danos esa fe firme
por medio de Jesucristo, nuestro Señor.
Primera Lectura (Is 50,4-7): Dios Vendrá en Mi Ayuda
El Siervo de Dios, Sufriente, permanece fiel a su misión, incluso cuando es perseguido, ya que confía plenamente en Dios.
Segunda Lectura (Flp 2,6-11): Jesús se Humilló a Sí Mismo y así Llegó a Ser Señor Nuestro
El Hijo de Dios se humilló a sí mismo para hacerse uno de nosotros y para servirnos. Por eso Dios lo resucitó y le hizo Señor de todo.
Proclamación de la Pasión (Mt 26,14-27,66, o más breve: 27,11-54): Jesús, el Siervo Sufriente de Dios
En su pasión y muerte Jesús es el Salvador anunciado por las Escrituras. Su muerte vencerá a la muerte y traerá vida a todos.
Oración de los Fieles
Fortalecidos por la palabra y por el ejemplo de Jesús, pidamos a nuestro Padre del cielo que el sufrimiento y la muerte de su Hijo dé fruto en nosotros y en todos los hombres. Y digamos; R/ Ten piedad de tu pueblo, Señor.
- Por una Iglesia servicial, que sea fiel y no tenga miedo a predicar a todos la Buena Nueva de la cruz y resurrección de Jesús, roguemos al Señor: R/ Ten piedad de tu pueblo, Señor.
- Por todos los cristianos, para que aprendamos a seguir a Jesús en su forma de servicio y en su negación de sí mismo para llevar alegría y esperanza a los que nos rodean, roguemos al Señor: R/ Ten piedad de tu pueblo, Señor.
- Por una sociedad mejor y más honesta, en la que nadie sea oprimido y en la que la gente se preocupe por los otros, roguemos al Señor: R/ Ten piedad de tu pueblo, Señor.
- Por los destrozados y desalentados, para que de nuevo encuentren a Jesús que continuó, solo y con dolor, en su camino de sufrimiento, y experimentó la alegría de la resurrección, roguemos al Señor; R/ Ten piedad de tu pueblo, Señor.
- Por los que se encuentran cara a cara con la muerte, para que se sientan fortalecidos por la presencia de Jesús, el Señor, y por el apoyo y ánimo de sus seres queridos, roguemos al Señor: R/ Ten piedad de tu pueblo, Señor.
- Por todos nosotros, para que los próximos días de Semana Santa sean tiempo de gracia y nos acerquen más y más a Cristo Jesús, roguemos al Señor: R/ Ten piedad de tu pueblo, Señor.
Oh Dios y Padre nuestro: Escucha nuestras súplicas, y ayúdanos a comprender el lenguaje de confianza y misericordia, de reconciliación y perdón, de libertad y comprensión, por Jesucristo nuestro Señor.
Oración Sobre las Ofrendas
En la víspera de su muerte,
Jesús se dio a sí mismo a sus amigos
en forma de pan y vino,
como lo hace de nuevo
aquí entre nosotros, en la eucaristía.
Danos un corazón agradecido por toda su bondad
y haznos lo bastante fuertes
para entregarnos generosamente, con él,
a todos los hermanos que encontremos en el camino de la vida.
Que esta ofrenda nos traiga reconciliación
con nuestros hermanos y contigo.
Te lo pedimos en el nombre de Jesús, el Señor.
Introducción a la Plegaria Eucarística
La cruz y muerte de Jesús nos trajo perdón y vida. Él murió para que nosotros vivamos. Con Jesús, le damos gracias ahora al Padre por su amor.
Introducción al Padrenuestro
Jesús pidió al Padre fortaleza para cumplir su voluntad.
Nos unimos a él en su oración confiada.
R/ Padre nuestro…
Líbranos, Señor
y de toda clase de mal,
y danos tu perdón y tu paz.
Con tu misericordia, da esperanza y amor
a los abandonados y agonizantes
a causa de sus cruces.
Llévanos a todos hacia delante
con esperanza
hacia la plena venida entre nosotros
de nuestro Señor y Salvador, Jesucristo,
que vive y reina por los siglos de los siglos.
Invitación a la Comunión
Éste es Jesucristo, el Cordero de Dios, que dijo:
”Quien quiera ser grande entre ustedes, que se haga servidor de todos,como yo, que vine no a ser servido sino a servir y a dar mi vida en rescate por muchos”.
Dichosos nosotros si seguimos al Señor.
R/ Señor, no soy digno
Oración después de la Comunión
En esta eucaristía del Domingo de Ramos,
tu Hijo Jesús se nos ha dado a sí mismo
como se dio un día totalmente en la cruz.
Queremos aprender de él
a guardar viva nuestra esperanza en ti,
y a continuar caminando hacia adelante animosos
por nuestro camino en la vida
aun desconociendo qué nos deparará el futuro
o cuándo tendremos que cargar pesadas cruces;
porque confiamos en ti,
y sabemos que un día resucitaremos,
por encima de nuestras miserias,
a una vida de alegría sin fin,
por el poder de Jesucristo nuestro Señor.
Bendición
Jesús vivió por nosotros, Jesús murió por nosotros.
Acompañémosle durante esta Semana Santa en su camino hacia la cruz, para que él nos acompañe siempre en nuestro camino de servicio y entrega a Dios y de los unos a los otros.
Para ello, que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre nosotros y nos acompañe siempre.