Liturgia Viva del Feria de Adviento (19 de diciembre)
ENVIADOS EN MISIÓN DE DIOS
(Jue3,2-7.24-25; Lc 1,5-25)
Introducción
Las personas escogidas por Dios para una misión especial en su Plan de Salvación constantemente se presentan en la Biblia como escogidas y amadas antes de su nacimiento, mientras se anuncia su alumbramiento de una manera especial; el Espíritu del Señor los mueve; su misión exige sacrificios. Veamos el llamado de Sansón en su saga folklórica, o el de Juan el Bautista. El silencio misterioso de Zacarías proviene probablemente de la alegría de un mensaje abrumador, demasiado sorprendente y maravilloso para poderse expresar en palabras.
Subyacente en estas historias vocacionales está el hecho de que el pueblo es débil, que la salvación es otorgada por Dios gratuita y graciosamente, que la esterilidad (las mujeres estériles) abre paso a la fertilidad, que se exigen siempre sacrificios. Y por eso, el Espíritu de Dios será quien moverá a esas personas elegidas. Todo esto es también aplicable y se hace verdad en nosotros, ya que estamos llamados a preparar el camino del Señor.
Oración Colecta
Señor, Dios todopoderoso:
Ningún ángel anunció nuestro nacimiento,
pero muy bien sabemos que tú nos amabas
aun antes de haber nacido,
y que tú nos llamas ahora a preparar
la venida más plena de tu Hijo en medio de nosotros.
Revela tu fuerza en nuestra debilidad,
conserva viva nuestra esperanza en el futuro,
para que sepamos vencer todos los obstáculos
que entorpecen el establecimiento del reino
de Jesucristo nuestro Señor.
Intenciones
- Por los matrimonios que esperan el nacimiento de un hijo, para que lo acojan gozosamente como regalo incomparable de Dios, roguemos al Señor.
- Por los padres, para que inspiren continuamente a sus hijos a poner sus cualidades y talentos al servicio de los demás, roguemos al Señor.
- Por los profetas de hoy, para que el Espíritu Santo les mueva a despertarnos, con la palabra de Dios, de nuestra apatía y falta de interés por el bien de la comunidad, roguemos al Señor.
Oración sobre las Ofrendas
Oh Dios, Padre nuestro:
Tú habías preparado a tu pueblo escogido
para acoger a tu Hijo como al Salvador
y, sin embargo, su venida les tomó por sorpresa
y ellos no le reconocieron.
Que el grito de los profetas de hoy nos despierte,
para que le reconozcamos y le acojamos
no solo en estos signos de pan y vino, en la eucaristía,
sino también en los pobres e inadaptados
que tienen hambre y sed de alimento, de justicia, de paz
y, quizás sin saberlo, de dignidad humana como hijos tuyos.
Concédenoslo por Jesucristo nuestro Señor.
Oración después de la Comunión
Señor, Dios de esperanza:
Somos hoy tu nuevo pueblo, y, sin embargo,
con frecuencia escondemos la presencia de Jesús, tu Hijo,
por nuestra falta de entrega y por nuestra pasiva conformidad.
Que tu Hijo escancie en nuestra copa para nosotros
el vino joven de la esperanza,
para romper con nuestros caminos trillados
y nuestra rutina establecida.
Ayúdanos a ser un pueblo nuevo
que, aun siendo pequeño y frágil,
revele que alguien más importante
está en medio de nosotros:
tu Hijo, Jesucristo nuestro Señor.
Bendición
Hermanos: Navidad está ya cerca. Que nuestras oraciones se vuelvan más insistentes, para que nos entreguemos con mayor entusiasmo a llevar el amor y la justicia de Cristo a nuestro frío y áspero mundo.