Liturgia Viva del Feria de Adviento (20 de diciembre)
LA VIRGEN MADRE
(Is 7,10-14; Lc 2,26-38)
Introducción
Los dos bellos textos bíblicos de hoy se corresponden mutuamente como promesa y cumplimiento de la misma promesa.
El hijo que habría de nacer de una joven doncella como signo o señal de la salvación de Israel (Primera Lectura) probablemente se refería, en sentido directo, a un hijo del rey todavía por nacer; sin embargo en la tradición más tardía y particularmente en el entendimiento cristiano de ese pasaje, se vino a interpretar el texto como una profecía mesiánica, que se cumplió en María y en el Hijo nacido de ella, en Jesús. Es digno de notar también el espíritu del cumplimiento de la promesa. La encarnación de Cristo fue el comienzo de una subversión total de valores; pone todo patas arriba; por ejemplo: la salvación viene y se ofrece a los pobres y humildes, se expresa a sí misma en obediencia y humilde servicio, el poder y la majestad de Dios se muestran en su sencillo acercamiento al pueblo, Dios se nos hace cercano en la gente, incluso la muerte se convierte en camino hacia la vida.
Oración Colecta
Oh Dios de los pobres y de los humildes:
Te damos gracias hoy por escoger a María
como la Virgen Madre de Jesús, tu Hijo.
Su fe y servicio entusiasta
abrieron el camino hacia tu mundo nuevo.
Disponnos a buscar sinceramente tu voluntad
y a cooperar en tus planes,
para que nosotros también, como María,
ofrezcamos al mundo su Salvador,
Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor.
Intenciones
– Señor Dios nuestro, haznos conscientes de nuestra pobreza, para que tú la llenes con tus dones y riquezas, te rogamos:
– Señor, Dios nuestro, que como María aceptemos y creamos profundamente en tu palabra y vivamos según ella; te rogamos:
– Señor Dios nuestro, que tu Santo Espíritu despierte en nosotros grandes aspiraciones de bondad y de servicio, para que sepamos llevar a mucha gente más cerca de Jesús; te rogamos:
Oración sobre las Ofrendas
Dios de misericordia y amor,
por el poder del Espíritu Santo
tu Hijo se hizo hombre
y nació de la Virgen María.
Por el poder también de este mismo Espíritu,
deja que tu Hijo venga a nosotros
ahora, en esta eucaristía,
en estos signos de pan y vino
y reúnenos a todos juntos en tu amor,
para que lleguemos a ser para el mundo de hoy
la presencia viva y el mensaje saludable
de Jesucristo nuestro Señor.
Oración después de la Comunión
Señor, Dios todopoderoso:
Tú dirigiste tu palabra a la Virgen María
y ella la aceptó prontamente con fe;
tú le entregaste tu Hijo
y ella lo dio generosamente a toda la humanidad.
Que la Buena Noticia que nos has proclamado hoy
mueva nuestros corazones,
para que podamos compartirla con todos
como mensaje liberador.
Que el pan de vida que ahora hemos comido
nos haga, gracias a la vida que nos das
por medio de Jesucristo nuestro Señor.
Bendición
Hermanos: Dios guarda fielmente sus promesas. Él es cariñoso y digno de confianza. — ¿Guardamos también nosotros nuestras promesas? Que ojalá nos volvamos fidedignos y dignos de confianza, con la gracia del Señor.
Para ello, que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre nosotros y les acompañe siempre.