Liturgia Viva del Feria de Adviento (24 de diciembre)
EL SEÑOR ESTÁ AQUÍ PARA HACERNOS LIBRES
(2 Sm 7,1-16; Lc 1,67-79)
Introducción
La promesa hecha por el Señor se cumplía finalmente con el nacimiento de Jesús… Dios liberaría a su pueblo, nada menos que por medio de su propio Hijo. ¿Fue finalmente cumplida la promesa? Era el principio del cumplimiento. Todos los elementos estaban allí presentes para hacerla real y efectiva, excepto el pueblo que tendría que ponerla en práctica. Porque Dios nos creó libres, y eso significa que confía en nosotros, en nuestra aceptación y colaboración, en nuestro amor como respuesta a su amor. Tenemos que facilitar a Dios el que pueda hacer que se hagan realidad entre nosotros su paz y amor. Con y por medio de Jesús. Por eso Jesús vino a nosotros como uno de nosotros. “Aquí estoy, humano como ustedes. Mírenme y vean cómo se deben hacer las cosas. Háganlas conmigo. Yo estoy y permanezco con ustedes para darles fuerza. Vengan, comencemos. ¡Ahora ya!”.
Oración Colecta
Señor, Dios de amor y de poder:
Tú cumpliste tu promesa para salvarnos
cuando Jesús, tu Hijo, se hizo uno de nosotros.
Ya no estamos por más tiempo en oscuridad,
porque tú designaste que la luz brillara sobre nosotros.
Tráenos ahora, como don, tu salvación;
líbranos realmente de nuestros pecados;
que lleguemos a ser plenamente humanos con Jesús
y vayamos con él por tu camino de paz y de amor.
Que él sea nuestra fortaleza,
nuestro compañero constante en el camino,
para que por medio de él,
y creciendo en su humanidad,
seamos tus hijas e hijos queridos.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Intenciones
- Por la gente que se muestra dura, inflexible y exigente, para que Dios les haga -y nos haga a todos- sensibles a los demás, tolerantes y compasivos, roguemos al Señor.
- Por los que, especialmente en estos días de Navidad, se sienten solos y con miedo a la vida, para que nosotros, hermanos y hermanas suyos en el Señor, les llevemos cariño, apoyo y ayuda eficaz, roguemos al Señor.
- Por los que sienten un hondo y deprimente vacío en sus vidas, para que puedan encontrar al Señor y aprender de él cómo el amor y el servicio a los demás les pueden liberar y enriquecer, roguemos al Señor.
Oración sobre las Ofrendas
Nos unimos ahora a Jesús tu Hijo
en esta comida festiva del pan y del vino de sí mismo,
para que, cada vez más, seamos como él
y vivamos de la forma que él vivió.
Que comience ahora ya una nueva era;
que su alimento y bebida nos hagan libres
para crear condiciones de paz entre nuestros hermanos,
para inyectar justicia y amor en nuestro mundo,
y para caminar juntos
por el camino que nos conduce a tu casa
donde gozaremos de una alegría sin fin.
Te lo pedimos en el nombre de Jesucristo nuestro Señor.
Oración después de la Comunión
Hemos escuchado la palabra -la Buena Noticia- de tu Hijo
y te pedimos que sepamos cumplirla hoy en nuestra vida.
No permitas que tengamos todavía miedo
de comprometernos a trabajar por tu bello sueño
de un nuevo cielo y una nueva tierra.
Que el Espíritu de tu Hijo esté vivo en nosotros;
que en todas partes haya luz en vez de tinieblas,
justicia y solidaridad en vez de opresión, discriminación y egoísmo,
amor en vez de odio y rencor.
Que tu Hijo viva y permanezca con nosotros
ahora y hasta que alcancemos, sanos y salvos,
tu casa del Reino.
Todo esto porque acogemos a Jesús como nuestro Señor y Salvador,
por los siglos de los siglos.
Bendición
Hermanos: Bendito sea el Señor nuestro Dios, que nos muestra su misericordia y nos atrae a su Alianza de amor. ¡A él toda gloria y alabanza!
Ustedes, y todos sus seres queridos, reciban con reverencia la bendición de Dios todopoderoso, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.