Liturgia Viva del I Domingo de Cuaresma
PRIMER DOMINGO DE CUARESMA (Ciclo C)
- Jesús Experimentó Nuestras Tentaciones
- Con Jesús en el Desierto
Saludo (Ver Segunda Lectura)
Que la Palabra de Dios esté bien cerca de ustedes,
en sus labios y en su corazón.
Que sus labios confiesen ahora
que Jesús es nuestro Señor y Salvador.
Que su gracia esté siempre con ustedes.
Introducción por el Celebrante (Dos Opciones)
1. Jesús Experimentó Nuestras Tentaciones
El pueblo de Dios, ahora en nuestro tiempo, siente la fuerte tentación de permitir que los bienes de consumo le encarcelen y le esclavicen. Miremos a Jesús: Él rechazó dejarse fascinar por ellos, y quiere que nosotros tengamos hambre, no de cosas materiales y mundanas, sino más bien hambre de fraternidad con los hermanos, de oración, de Dios.
El pueblo de Dios siente la fuerte tentación de impresionar y de controlar a los demás. Miremos a Jesús: Él vino para instaurar el poder del amor y nos dice que sirvamos a Dios en los hermanos.
El pueblo de Dios siente la fuerte tentación de crear sus propios ídolos y hacerse a sí mismo el centro del universo. Miremos a Jesús: Él quiere que con él demos culto y adoremos solamente a Dios. Con él, que resistió y venció resueltamente las tentaciones, entramos con confianza en esta Cuaresma.
2.Con Jesús en el Desierto
En nuestro bautismo, por mediación de nuestros padrinos, dijimos NO a Satanás y a sus tentaciones, antes de decir SÍ a la Alianza de amor, que Dios nos ofrecía. Allí nos unimos a Jesús en su NO a Satanás y a sus tentaciones que intentaban hacerle abandonar su misión de hacer volver al pueblo al amor de la Alianza con Dios. — Durante la Cuaresma recibimos el reto de hacer real y verdadero ese SÍ y ese NO. ¿Estamos dispuestos, como Jesús, a ser fieles a nuestra misión en la vida, a unirnos a Jesús en su NO a todo lo malo y en su SÍ a Dios, al prójimo y a lo más sano y verdadero de nosotros mismos?
Acto Penitencial
Damos la bienvenida a esta Cuaresma
como un tiempo para buscar conversión y reconciliación.
(Pausa)
Señor Jesús,
que tu Santo Espíritu nos lleve a nosotros también al desierto para recuperar nuestras mejores actitudes de oración.
R / Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo Jesús,
Que tu Santo Espíritu nos conduzca también a nosotros al desierto para redescubrir a nuestro prójimo.
R/ Cristo, ten piedad de nosotros.
Señor Jesús,
que tu Santo Espíritu nos lleve también a nosotros
a percatarnos de nuevo
de lo que realmente importa en nuestra vida.
R/ Señor, ten piedad de nosotros.
Señor, en tu amable bondad
perdona todos nuestros pecados,
reavívanos, haznos nuevos
y llévanos a la vida eterna.
Oración Colecta
Pidamos a nuestro Dios vivo
que sepamos volver nuestro corazón hacia él.
(Pausa)
Oh Dios, tú quieres estar cerca de nosotros;
tú nos llevas con tu Hijo Jesús
al desierto de los problemas y las tentaciones
para hablarnos al corazón
y atraernos de nuevo hacia ti con cariñosa confianza.
Abre nuestros ojos, nuestra mente y nuestro corazón
para que desechemos todo lo que nos lleva por el mal camino
para así buscarte a ti y conocer el plan que tienes
para nosotros y para el mundo.
Que tu Santo Espíritu nos otorgue
la misma mente y las mismas actitudes de Jesús
para que busquemos tu voluntad en todo lo que hacemos
y te sirvamos en nuestros hermanos y hermanas.
Te lo pedimos por el mismo Jesucristo nuestro Señor.
Primera Lectura (Dt 26,4-10): Un Pueblo Salvado por Dios
Como el pueblo judío, tenemos que convencernos de que es Dios quien nos hace pueblo libre: Él es nuestro Salvador.
Segunda Lectura (Rom 10,8-13): Jesús es Nuestro Señor y Salvador
Ésta es la fe que profesamos y vivimos: Jesús es nuestro Señor y solo él es nuestro Salvador, sea cual sea nuestra raza o nacionalidad.
Evangelio (Lc 4,1-13): Jesús Permaneció Fiel a su Misión
Hoy escuchamos el relato de las tentaciones de Jesús en el desierto. Jesús, Hijo de Dios, es el nuevo ser humano que resistió las tentaciones de inmoderación, de poder y de intento de doblegar a Dios a la propia voluntad. Nosotros estamos llamados a seguirle por su camino de fidelidad y de libertad, seria y responsable.
Oración de los Fieles
Que el Espíritu Santo inspire nuestra oración al presentar ante el Padre las grandes necesidades de nuestros hermanos, de la Iglesia y del mundo entero. Y digamos: R/ Escúchanos, Señor, y ten piedad.
- Para que el Señor nos dé a nosotros y a todos los cristianos una fe firme y profunda, que la profesemos no sólo con nuestros labios, sino que también la vivamos con nuestras obras, roguemos al Señor: R/ Escúchanos, Señor, y ten piedad.
- Para que nosotros, y todos los atrapados en tareas y afanes materiales y mundanos, busquemos otro alimento, más allá del solo pan, un alimento más bien espiritual, roguemos al Señor: R/ Escúchanos, Señor, y ten piedad.
- Para que nosotros, y todos los que trabajan para acrecentar su influencia y poder, aprendamos a buscar al Señor y a adorarle sólo a él, roguemos al Señor: R/ Escúchanos, Señor, y ten piedad.
- Para que nosotros, y todos los que experimentan tentaciones, permanezcamos fieles a Dios y respondamos a su llamado para servir a Dios y a los hermanos, roguemos al Señor: R/ Escúchanos, Señor, y ten piedad.
- Por nosotros, y por todos los que se ven rodeados por hermanos que sufren pobreza, injusticia, desaliento y enfermedad, para que el Señor nos haga más sensibles a las necesidades de nuestros hermanos y les amemos más generosa y eficazmente, roguemos al Señor: R/ Escúchanos, Señor, y ten piedad.
Oh Dios, Padre amoroso, tú estuviste al lado de tu Hijo Jesús en el momento de sus tentaciones. Sostén a los que esperan en ti, y guárdalos en tu amor, ahora y por los siglos de los siglos.
Oración sobre las Ofrendas
Oh Dios de misericordia y compasión:
Somos conscientes de nuestra debilidad y de nuestro pecado.
Te presentamos estos dones de pan y vino
como signos de nuestras buenas intenciones
y de nuestra sincera voluntad de cambiar.
Que estos dones nos capaciten,
con la fuerza de Jesús,
para entregarnos a ti, como él,
y darnos los unos a los otros como hermanos.
Guíanos con tu Santo Espíritu
por el camino humilde de una sincera conversión.
Te lo pedimos en el nombre de Jesús, el Señor.
Introducción a la Plegaria Eucarística
Con nuestros corazones y nuestras voces demos gracias a nuestro Padre del cielo porque Jesús, sufriendo en sí mismo nuestras tentaciones, las venció, y ahora nos da fuerza también a nosotros para rechazarlas y vencerlas.
Invitación al Padre Nuestro
Con las palabras mismas de Jesús
pidamos a nuestro Padre del cielo
que esté a nuestro lado en días de prueba y tentación,
y que nos libre del mal.
R/ Padre nuestro…
Líbranos, Señor
Líbranos, Señor, de todos los males
y danos la paz
contigo y con los hermanos.
Cuando tú pruebes a los que te pertenecen,
no permitas que nos rindamos
al poder seductor del pecado,
sino que afines nuestra lealtad y amor
y nos fortalezcas con la alegría esperanzadora
de que tú completarás tu victoria en nosotros
en la venida plena y gloriosa
de nuestro Señor y Salvador Jesucristo.
R/ Porque tuyo es el reino…
Invitación a la Comunión
Éste es Jesucristo, el Señor,
que fue probado por nosotros
y a quien Dios lo resucitó de entre los muertos.
Si creemos en él
y comemos este pan de vida,
somos salvados.
Dichosos nosotros,
invitados a participar
en este banquete de salvación.
R/ Señor, no soy digno…
Oración después de la Comunión
Señor Dios, Padre nuestro:
Tú has querido que en esta eucaristía
encontráramos a Jesús,
tu Hijo, que fue tentado como nosotros.
Él ha reavivado nuestro valor
por su palabra, por su ejemplo y por su cuerpo eucarístico.
Por la fuerza del alimento de esta eucaristía
condúcenos en nuestra caminata de cuarenta días
y llévanos a la montaña de Pascua,
para que participemos en su poder resucitado
como pueblo renovado para amar y confiar más en ti
y para servir mejor a nuestros hermanos.
Te lo pedimos por medio del mismo Jesucristo nuestro Señor.
Bendición
Hermanos: Es bueno para nosotros saber que Alguien antes que nosotros afrontó con éxito las ilusiones y las engañosas atracciones de un mundo alejado de Dios. — Junto con él podemos vencer; podemos hacer una fuerte opción por Dios, por los hermanos y por lo mejor en nosotros mismos. — Sigamos el camino de Cristo, bendecidos por Dios.
Y así, que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre ustedes y les acompañe siempre.