Liturgia Viva – II Domingo de Pascua o de la Divina Misericordia
EL SEÑOR RESUCITADO, PRESENTE EN MEDIO DE SU PUEBLO
Saludo (Ver Segunda Lectura)
Estamos reunidos en nombre de Jesús.
Él es el Primero y el Último,
el Viviente, que vive para siempre,
Señor y Dios nuestro.
Que su paz y alegría esté siempre con ustedes.
Introducción por el Celebrante
¿Por qué nos reunimos cada domingo para celebrar la eucaristía del Señor? Por la misma razón por la que los primeros cristianos trasladaron su día de culto, del Sábado Judío al Domingo cristiano. Porque Cristo resucitó de entre los muertos el domingo, el primer día de la semana. El domingo vino así a ser “el Día del Señor”, el día en que los cristianos comenzaron a celebrar que Cristo estaba vivo y resucitado en la comunidad de sus fieles, como está ahora
presente aquí entre nosotros. Él es real y está vivo entre nosotros, es nuestro compañero en el camino de la vida y le reconocemos en la comunidad de la Iglesia. Que el Señor Jesús nos otorgue una fe perspicaz para percibir y experimentar su presencia.
Acto Penitencial
Antes que nada, pidamos al Señor
que nos dé la paz de su perdón.
(Pausa)
Señor Jesús, tú ofreces a toda la humanidad
la paz de la reconciliación con Dios:
R/ Señor, ten piedad de nosotros
Cristo Jesús, tú quieres que nos reconciliemos
con todos nuestros hermanos y hermanas:
R/ Cristo, ten piedad e nosotros.
Señor, Jesús, tú quieres que encontremos
paz auténtica con nosotros mismos:
R/ Señor, ten piedad de nosotros.
Ábrenos, Señor, a la plenitud de la vida
y perdona todos nuestros pecados.
Y llévanos un día a las alegrías de la vida eterna. Amén.
Oración Colecta
Roguemos para que nuestra fe en el Señor Resucitado
sea la verdadera fuerza motriz de nuestras vidas.
(Pausa)
Oh Dios de la vida y Padre nuestro de amor:
Nosotros no hemos visto con nuestros propios ojos
a tu Hijo Jesucristo,
ni hemos tocado con nuestros dedos
las señales de sus heridas,
sin embargo creemos en él
y hemos venido aquí juntos en su nombre.
Otórganos una fe en Jesús
profunda, firme, duradera,
para que el Espíritu del mismo Jesús
aliente nueva vida en nosotros
y nos haga mirar con nuevos ojos
a nuestro mundo y a los hombres,
de forma que podamos llevarles
su paz, su justicia y su amor.
Que la gente que nos rodea vea
y saboree por medio de nosotros
que Jesús está vivo
como nuestro Señor Resucitado,
ahora y por los siglos de los siglos.
Primera Lectura (Hch 5,12-16): Muchos Llegaron a Creer en el Señor
Porque Jesús estaba vivo en los apóstoles, él continuó su trabajo de sanación por medio de ellos. Porque Jesús estaba vivo en la comunidad cristiana, muchos llegaron a creer en él.
Segunda Lectura (Ap 1,9-13. 17-19): No tengan miedo: Soy yo, el Que Vive
El apóstol Juan sintió estimulada su fe con una visión del Señor resucitado. En su mensaje a las siete iglesias, símbolo de la Iglesia universal, anima a los cristianos perseguidos a no tener miedo y a permanecer firmes en la fe.
Evangelio [A-B-C] (Jn 20,19-31): No Seas Incrédulo, sino Hombre de Fe, aun sin Ver
Como Tomás, antes de que el Señor se le apareciera, nosotros no hemos visto a Jesús en carne y hueso. Dichosos nosotros si tenemos suficiente fe para reconocerle en nuestras vidas y en nuestro prójimo.
Oración de los Fieles
Pidamos a nuestro Señor Jesucristo una fe viva que nos lleve a creer no solamente en sus verdades y enseñanzas, sino en su persona y en su presencia entre nosotros, y digámosle: R/ Señor, ayúdanos a crecer en la fe.
- Por nuestros pastores en la fe, para que pongan los poderes de sanación, perdón y paz, que Jesús les confió, al servicio del Pueblo de Dios y de todos los que buscan la verdad, roguemos al Señor. R/ Señor, ayúdanos a crecer en la fe.
- Por todos aquellos cuya fe está en crisis, por la oscuridad y la duda, para que encuentren al Señor Vivo y Resucitado en su trabajo diario, en los acontecimientos de la vida y en el amor y confianza de sus prójimos, roguemos al Señor. R/ Señor, ayúdanos a crecer en la fe.
- Por los enfermos y afligidos, por los perseguidos y por todos los que son puestos a prueba en la vida, para que sigan confiando en el Señor, que cura y da vida, roguemos al Señor: R/ Señor, ayúdanos a crecer en la fe.
- Por los que trabajan por la paz y la justicia en el mundo, y especialmente en nuestro país, para que el Señor les dé valor y fortaleza, y bendiga y haga eficaces todos sus esfuerzos, roguemos al Señor: R/ Señor, ayúdanos a crecer en la fe.
- Por ésta y por todas las comunidades cristianas, para que nuestra fe en Jesús nos lleve a tener fe en la bondad de los unos para con los otros y a sentirnos unidos en el amor, roguemos al Señor: R/ Señor, ayúdanos a crecer en la fe.
Señor Jesucristo, vive en medio de nosotros y haznos sensibles a tu presencia en nuestras vidas. Y que nuestra integridad y amor sean el signo para todos de que tú permaneces ahora con nosotros y de que permanecerás por los siglos de los siglos.
Oración sobre las Ofrendas
Oh Dios y Padre nuestro:
Jesús se apareció a sus discípulos
y, con su saludo y su presencia, les ofreció paz.
Que en estos signos de pan y vino
venga él y se quede en medio de nosotros,
sus discípulos de hoy,
para traernos la paz de su presencia
y para fortalecer nuestra fe;
porque él es nuestro Señor y nuestro Dios
ahora y por los siglos de los siglos.
Introducción al Padre Nuestro
Con Jesús presente entre nosotros
rezamos nuestra plegaria de confianza al Padre:
R/ Padre nuestro…
Oración por la Paz
Señor Jesucristo:
En la noche de Pascua
tú dijiste a tus apóstoles:
”Mi paz les dejo, mi paz les doy”.
No mires nuestros pecados de incredulidad
sino la fe de tu Iglesia,
que gozosamente proclama
que tú resucitaste de entre los muertos.
Permanece siempre presente entre nosotros
para que gocemos la paz que tú nos prometiste.
Y lleva a la Iglesia a la perfecta unidad y fraternidad,
ahora y por los siglos de los siglos.
Invitación a la Comunión
Éste es Jesucristo, nuestro Señor Resucitado,
a quien, como Tomás, aclamamos
como nuestro Señor y nuestro Dios.
Dichosos nosotros
porque él viene y permanece con nosotros.
R/ Señor, no soy digno…
Oración después de la Comunión
Oh Dios y Padre nuestro:
Te damos gracias por Jesús, tu Hijo Resucitado,
Él, que nos ama, está vivo.
Danos ojos perspicaces de fe para ver,
para que todo lo que somos y hacemos
tenga profundo significado y sentido,
y para que tu Hijo esté con nosotros y nos guíe,
a través de nuestras vacilaciones
y de nuestra oscuridad,
a la plenitud de la alegría y del amor.
Que él permanezca con nosotros
ahora y por los siglos de los siglos.
Bendición
Hermanos: ¡Ojalá creamos profundamente
que el Señor está presente
en medio de nosotros, su pueblo!
¡Qué diferentes serían nuestras relaciones
con Dios, de los unos con los otros,
e incluso con nosotros mismos!
Entonces tendríamos realmente la paz
de la que Jesús habla insistentemente en el evangelio de hoy.
Que esta fe esté viva en nuestra comunidad,
con la bendición de Dios todopoderoso,
el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.