Liturgia Viva del III Domingo de Cuaresma
TERCER DOMINGO DE CUARESMA (Ciclo C)
- A no Ser que Ustedes se Arrepientan
- He Visto la Miseria de mi Pueblo
Saludo (Ver Primera Lectura)
he oído su clamor anhelando ser libre;
me doy cuenta de su sufrimiento;
intento liberarlos”.
Que este Dios cercano y preocupado por su pueblo
esté siempre con ustedes.
Introducción por el Celebrante (Dos Opciones)
Todos sabemos que Cuaresma es un tiempo de conversión. Hay mucho mal en el mundo. Y tenemos conciencia de que también hay mucha maldad en nosotros mismos. Éstas son ciertamente razones para un cambio. Pero la razón más profunda para la conversión no es el mal que percibimos en nosotros mismos y a nuestro alrededor en el mundo, ni los castigos que podamos recibir para pagar por nuestros pecados. El último y más profundo porqué para la conversión es Dios mismo: Encontrar personalmente a Dios y su amor. Nuestra fe en Dios y en su fidelidad hacia nosotros, y la bondad que nos mostró en Cristo son los motivos más profundos para arrepentirnos y para responder a su santidad.
Si vivimos pisando firmes con los dos pies en tierra, no podemos menos de ver que vivimos en un mundo que no es exactamente el mundo soñado por Dios. No somos el pueblo en el que Dios sueña y al que nos llama; muchas situaciones y estructuras necesitan cambio; y mucha gente vive en la miseria y en la opresión. Necesitamos conversión; el mundo que nos rodea la necesita. El Señor nos dice en este tercer domingo de Cuaresma: “He visto la miseria de mi pueblo”. —¿Vemos también nosotros esa miseria de nuestro pueblo? ¿Y qué hacemos ante ella? Porque conversión significa cambiar nuestras estructuras y, sobre todo, nuestra forma de vida, volviéndonos sinceramente a Dios y a los hermanos. ¿Estamos realmente dispuestos e incluso deseosos de cambiar?
Acto Penitencial
de ser las personas soñadas por Dios,
que nos llama a ser
plenamente humanas y cristianas!
Le pedimos a él que nos dé
el espíritu de genuino arrepentimiento.
(Pausa)
- Señor, tú fuiste en todo igual a nosotros,pero en ti no hubo pecado.
R/ Señor, ten piedad de nosotros. - Cristo Jesús, tú nos llamas repetidamente a la conversión y penitencia. Haznos lo bastante humildes para que podamos arrepentirnos. R/ Cristo, ten piedad de nosotros.
- Señor Jesús, tú sientes regocijo por un pecador arrepentido. Otórganos la alegría de tu perdón.
R/ Señor, ten misericordia de nosotros.
Oración Colecta
para arrepentirnos sinceramente
y volver a él y a los hermanos.
(Pausa)
Oh Dios, paciente y bondadoso:
Nosotros estamos muy poco dispuestos
y somos muy lentos
para hacer el cambio de corazón que necesitamos.
Concédenos tiempo para comprender
la amplitud de tu misericordia y tu amor,
que tu Hijo Jesucristo nos mostró en toda su plenitud
en su pasión y su muerte.
Reconoce a tu propio Hijo en nosotros
y acógenos aun contando con nuestra pobreza.
Aúpanos, transfórmanos,
para que proclamemos tu persistente amor
por medio de Jesucristo, nuestro Señor.
Primera Lectura (Ex 3,1-8a.13-15): Dios es un Dios del Pueblo
En la zarza ardiendo Dios se revela a Moisés como un Dios que está siempre presente en el pueblo. Él conducirá a su pueblo elegido desde una tierra de esclavitud hasta una tierra de libertad.
Segunda Lectura (1Cor 10,1-6.10-12): Estar Bautizado y Comulgar no es Bastante
Dios había conducido a su pueblo a través de las aguas salvadoras del Mar Rojo, y les había dado maná para comer; sin embargo, muchos fallaron; no respondieron al amor de Dios, y perecieron. — Nosotros estamos bautizados con agua liberadora y comemos el pan de vida de la eucaristía; sin embargo, no estamos automáticamente salvados por eso, a no ser que vivamos como pueblo redimido por Cristo.
Evangelio (Lc 13,1-9): Conviértanse y Den Fruto
Dios es paciente y da a cada uno una oportunidad. Accidentes y catástrofes naturales no deben interpretarse como señales de que Dios es vengativo; sin embargo, los acontecimientos de la vida son un constante llamado a la conversión y a una vida auténticamente cristiana.
Oración de los Fieles
Dios es paciente, y también consciente de nuestras miserias. Roguémosle para que nos ayude en el camino de conversión y de la renovación, y digámosle: R/ Señor, ten piedad de tu pueblo.
- Para que todos los fieles de la Iglesia escuchemos el llamado de Cristo y de la misma Comunidad Cristiana para mirar dentro de nuestro corazón y cambiar lo que debemos cambiar, roguemos al Señor:
R/ Señor, ten piedad de tu pueblo. - Para que Dios nos dé el valor para comprometernos con Cristo en la liberación de los que se sienten atrapados por su propio egoísmo y por sistemas políticos, sociales y económicos injustos, roguemos al Señor:
- R/ Señor, ten piedad de tu pueblo.
- Para que los que tienen responsabilidad sobre otros sean personas de fe y visión, cercanas al pueblo a ellas encomendado, y preocupadas por su bienestar material y espiritual, roguemos al Señor:
R/ Señor, ten piedad de tu pueblo. - Para que sepamos llevar un poco de calor a aquellos cuyo corazón está vacío y frío, para que descubran la verdadera felicidad en el amor a Dios y a su prójimo, roguemos al Señor:
R/ Señor, ten piedad de tu pueblo. - Para que la palabra de Dios nos estimule a todos nosotros en nuestras comunidades, para que demos frutos de justicia y amor, y para que el pan de vida de la eucaristía nos dé fuerza y afiance nuestra fidelidad, roguemos al Señor:
R/ Señor, ten piedad de tu pueblo.
Oración sobre las Ofrendas
En el nuestro bautismo sembraste en nosotros
las semillas de una nueva vida.
En la eucaristía nos das a tu Hijo
como nuestro compañero de camino
y como alimento para nuestro crecimiento.
No nos permitas pensar que ya estamos salvados
porque tu Hijo está con nosotros.
Que él nos ayude a no caer en egoísmo y en pecado,
a crecer en tu vida y en tu amor
y a apoyarnos unos a otros
en nuestro camino hacia ti,
que eres nuestro Dios,
por los siglos de los siglos.
Introducción a la Plegaria Eucarística
Demos gracias al Padre por darnos cada año, durante este tiempo de gracia de la Cuaresma, la oportunidad para transformarnos y para ir creciendo en cercanía a él y a los hermanos.
Introducción al Padre Nuestro
que conoce todas nuestras necesidades.
R/ Padre nuestro…
Líbranos, Señor
Líbranos, Señor, de todos los males
y danos la paz de tu perdón y reconciliación.
Libéranos de todas las ataduras del pecado
y danos el valor de vivir fielmente
la vida a la que tú nos has llamado.
Fortalécenos en las pruebas de la vida,
mientras aguardamos con gozosa esperanza
la gloriosa venida de nuestro Salvador Jesucristo.
Invitación a la Comunión
que vino a librar al mundo del pecado
y a sostenernos en nuestra lucha
contra las fuerzas del mal.
Dichosos nosotros llamados
a vivir la vida de Nuestro Señor, Jesucristo.
Oración después de la Comunión
Que tu Hijo permanezca con nosotros
en el camino de la renovación:
para que pronunciemos su nombre
con respeto y gratitud;
para que edifiquemos tu reino
y cumplamos siempre tu voluntad;
para que demos pan y espacio de libertad
a cada persona;
para que haya perdón para todos;
para que no nos tentemos unos a otros
induciéndonos al mal
ni nos endurezcamos en nuestro egoísmo.
Esperamos que haya liberación
y redención de nuestros pecados,
de tal modo que sigamos confiando en ti
y vivamos siempre en tu amor.
Te lo pedimos por Jesucristo, nuestro Señor.
Bendición
Él nos dice a nosotros también: Díganles a sus hermanos y hermanas que el Dios de nuestros Padres nos envía a ellos, para llevarles a una tierra de libertad, donde será bueno y bello vivir juntos en paz, solidaridad y amistad.
Compartamos el amor de Dios, los unos con los otros.
Y que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre nosotros y nos acompañe siempre.