Liturgia Viva del Jueves de la I Semana del Tiempo Ordinario. San Hilario, obispo y doctor de la Iglesia
¡OJALÁ PUDIERA TOCARLE!
(1 Sm 4,1-11; Mc 1,40-45)
Introducción
Entre los judíos, el Arca de la Alianza era el signo de la presencia de Dios. Por eso, cuando el pueblo se movía, el Arca se movía con ellos también. Dios estaba donde estaba su pueblo. También en sus enfrentamientos con los filisteos querían tener a Dios de su parte para su Jihad particular, su guerra santa, pero olvidaron que habrían de vivir también como pueblo de Dios, de otra forma la presencia del Arca no tendría ningún valor.
Evangelio. Hay una historia de un padre cuyo hijo nació muy deforme. Estaba desolado y no podía aceptarlo. Pero un día se dijo: “Ojalá pueda besarlo y tocarlo, entonces podré aceptarlo plenamente”. Y eso fue lo que hizo. — Jesús no sólo curó al leproso, sino que hasta lo tocó, mostrando que aceptaba y amaba a aquel hombre completamente.
Oración Colecta
Tú aceptas que tu Hijo Jesucristo
comparta la suerte de los marginados de la sociedad
y cargue sobre sí el sufrimiento de todos.
Que ojalá nosotros lleguemos a ser como él,
para que entre nosotros no haya ni un solo marginado,
para que ningún pecado sea imperdonable,
y para que ninguna miseria sea causa de rechazo.
Haznos, siguiendo el ejemplo de tu Hijo,
personas que alcen al despreciado
con palabras cálidas de acogida
y con obras de ánimo y aliento.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Intenciones
- Con todos los que buscan perdón y reconciliación, te pedimos a gritos, Señor. Y por todos los que han encontrado perdón, te alabamos, Señor.
- Con todos los que gimen y se lamentan, día y noche, en su soledad y miseria, te pedimos a gritos, Señor. Con todos los que han encontrado amigos que les ayuden, te alabamos, Señor.
- Por todos los que ocultan su sufrimiento, clamamos a ti, Señor. Por todos los que comparten con hermanos afligidos y así los levantan de su postración, te alabamos, Señor.
Oración sobre las Ofrendas
Con este pan y este vino recordamos
cómo tú nos alzaste
de nuestros temores, culpabilidad o aislamiento.
Disponnos a compartir con todos
nuestra alegría, nuestra aceptación y nuestro afecto
motivados por aquel que compartió nuestra pobreza
y se hizo a sí mismo débil y humilde con nosotros,
Jesucristo nuestro Señor.
Oración después de la Comunión
Sentados a la mesa de tu Hijo,
hemos aprendido hoy
a estar presentes los unos a los otros,
como él ha estado presente entre nosotros
aquí en la eucaristía,
con un amor discreto y revitalizador
como un soplo de aire fresco.
En virtud de aquel que nos ha librado
de la dureza de nuestros corazones,
disponnos no sólo a compartir
nuestras riquezas y nuestra pobreza,
sino también a recibirnos los unos a los otros
y a tocarnos unos a otros con nuestro cariño y amor.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Bendición
Hermanos: ¡Qué feliz sería nuestra comunidad si pudiéramos aceptarnos mutua y plenamente como somos, sin juzgar, sin condenar, sin envidiar, sin despreciar a nadie, sin tratar de modelar a los demás conforme a nuestra propia imagen y semejanza. Construyámonos unos a otros, con la bendición del Señor.