Liturgia Viva – Sábado de la II Semana de Navidad
¡VENGAN Y VEAN! (1 Jn 3,7-10; Jn 1,35-42)
Introducción
“¡Venga y vean!”, dice Jesús a los dos discípulos de Juan el Bautista, que tenían curiosidad sobre el mismo Jesús. Fueron y vieron a su Salvador, y le siguieron. “¡Vengan y vean!” Ojalá pudiéramos nosotros decir lo mismo hoy a nuestros hermanos -sobre todo a los “alejados”- y mostrarles a Jesús presente en medio de nosotros. ¿Lo encontrarían entre nosotros? Y nosotros mismos ¿reconocemos a Cristo que pasa entre nosotros?
Oración Colecta
Señor Dios nuestro:
Tu Hijo pasa entre nosotros
como el Cordero salvador,
pero con frecuencia no nos percatamos de su presencia.
Danos ojos de fe
para que percibamos al menos un vislumbre suyo
en el amor y compasión de los hermanos que nos rodean,
en su ánimo y en su ayuda,
en su interés y compromiso por la justicia.
Porque en su bondad tú te muestras a ti mismo
a través de tu Hijo Jesucristo, que vive contigo
y con el Espíritu Santo, un solo Dios,
por los siglos de los siglos.
Intenciones
– Por los que han escuchado la llamada especial de Jesús, “Ven, sígueme”, y la han seguido: sacerdotes, religiosos y religiosas, misioneros…, para que permanezcan siempre fieles a su vocación, roguemos al Señor.
– Por los que predican el evangelio de Jesús, para que su propia vida sea una constante invitación a los hermanos para vivir conforme al evangelio, roguemos al Señor.
– Por nuestras comunidades cristianas, para que, tanto sus líderes como sus miembros, vayamos juntos como hermanos, compañeros y amigos, por el camino del Señor, roguemos al Señor.
Oración sobre las Ofrendas
Señor Dios y Padre nuestro:
Tú nos has invitado a venir y a ver
a tu Hijo Jesucristo, nuestro Salvador,
en estos signos de pan y vino.
Que él esté con nosotros no sólo aquí
en esta celebración eucarística,
sino en los diarios acontecimientos de la vida,
para que él ilumine nuestra gris monotonía
con su cercanía viva
y que él transforme en nosotros nuestra visión del mundo,
el modo de mirar a la gente y a las cosas,
porque él es nuestro Señor y Salvador
por los siglos de los siglos.
Oración después de la Comunión
Señor y Dios vivo:
Te damos gracias por habernos reunido hoy
en torno a nuestro hermano Jesucristo
y por restaurarnos con la fuerza
de su cuerpo y de su sangre.
Que él permanezca con nosotros
como nuestro compañero en la vida,
para que también nosotros podamos decir
a los que nos encontramos en el camino:
“Vengan y vean, Jesús está vivo entre nosotros”.
Que vengan y vean cómo tratamos de amarnos y servirnos
los unos a los otros.
Que vengan y vean cómo hay entre nosotros
justicia, confianza y esperanza.
Ayúdanos a proclamar y a vivir todo esto
con toda verdad y sinceridad
por el poder de Jesucristo nuestro Señor.
Bendición
Hermanos: “Hemos encontrado al Salvador”, exclamaba el apóstoles el evangelio de hoy. Nosotros también le hemos encontrado. Que esto constituya nuestra alegría y nos impulse a compartir nuestra experiencia con nuestros hermanos. Que ojalá todos nosotros le encontremos de verdad y le proclamemos a nuestros hermanos, con la bendición del Señor.
Que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre ustedes y les acompañe siempre.