Liturgia Viva del Jueves de la XVIII Semana del Tiempo Ordinario. La Dedicación de la Basílica de Santa María.
TÚ ERES EL MESÍAS, EL CRISTO
Introducción
Lectura 1: El agua es una necesidad de vida, altamente apreciada, especialmente por hombres que viven en un país árido, como los judíos, o como ellos experimentaron en el desierto en su fatigoso camino hacia la Tierra Prometida. El agua se convierte en el símbolo de Dios, quien es al mismo tiempo dos cosas: una roca firme y de fiar, y agua vivificadora. Se exige fe en esta roca.
EvangelioColecta
Oh Dios, fuente de vida:
También nosotros profesamos
que Jesús es tu Hijo,
que vino de ti y regresó a ti.
Te damos gracias por nuestra fe,
que hemos recibido
como incomparable regalo tuyo.
Pero perdónanos cuando nos resulta difícil
seguir siempre a Jesús
en su camino de sufrimiento y de muerte,
aun cuando creemos que ése precisamente es
el camino hacia la felicidad y la gloria.
Ayúdanos a pensar y a vivir según tu voluntad,
siguiendo fielmente a nuestro único modelo,
Jesucristo tu Hijo, nuestro Señor.
Intenciones
Para que nuestro Señor Jesucristo sea y permanezca siempre nuestra piedra angular sobre la que se construyan nuestras vidas, y para que nosotros construyamos la Iglesia con nuestro servicio, lleno de afecto y entusiasmo, roguemos al Señor.
Para que aprendamos de Jesús a entregarnos al servicio de Dios y de los hermanos, totalmente y sin reservas ni condiciones, roguemos al Señor.
Para que los que le ven poco sentido a la vida descubran en el Señor Jesús y en su Evangelio qué ricas y llenas de sentido pueden ser sus vidas, roguemos al Señor
Oración sobre las Ofrendas
Señor Dios nuestro:
Con profunda fe profesamos
que Jesús, tu Hijo viviente,
se hará presente entre nosotros
en estos signos de pan y vino.
Que él nos fortalezca con su Espíritu
para seguirle a donde quiera llevarnos,
aun a través de dolor y de muerte,
para que podamos compartir con él
tu gloria y tu alegría eternas,
porque él es nuestro Señor y Salvador
por los siglos de los siglos.
Oración después de la Comunión
Oh Dios de poder y majestad:
Tu Hijo Jesucristo
se ha hecho presente aquí entre nosotros
sin ningún despliegue de poder,
sino más bien como el siervo humilde
de sus hermanos y hermanas.
Que los que llevan en la Iglesia
el peso de la autoridad
lleguen a ser, cada vez más, como tu Hijo Jesús.
Que, indiferentes al prestigio y al poder,
reflejen en sus vidas y en su ministerio
la misma actitud de tu Hijo,
que vino no a ser servido sino a servir.
Y que sea ése su camino para ser grandes
a los ojos de Dios,
en Cristo Jesús, nuestro Señor.
Bendición
Hermanos: Hemos oído a Pedro proclamar: “Tú eres el Mesías, el Cristo, el Hijo del Dios vivo”. Esta es también nuestra profesión de fe, y ella cambia toda nuestra vida. A Cristo pertenecemos, somos sus discípulos. Ojalá seamos buenos discípulos suyos, con la bendición de Dios todopoderoso, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, y que esta bendición permanezca para siempre.