Liturgia Viva del Jueves de la XXII Semana del Tiempo Ordinario
PESCADORES DE HOMBRES
Introducción
Primera Lectura. Pablo advierte de nuevo a su gente contra una excesiva confianza en la sabiduría humana más que en la “locura de Dios”, y contra ceder a la tentación de la división.
Evangelio. Simón Pedro y sus compañeros estaban estupefactos de que un extraño, no pescador, les pudiera decir dónde pescar cantidad de peces, cuando ellos, pescadores de profesión, habían fracasado. Este hombre, con un mensaje impactante, era realmente extraordinario. Él les sedujo con su encanto y le siguieron. — Más tarde (después de la resurrección de Jesús), “remarían mar adentro”, es decir, arriesgarían y entregarían su vida por Jesús y “pescarían hombres” para exponerlos al encanto de la vida y mensaje de Jesús.
Oración Colecta
Oh Dios Santo, fuente de nuestra felicidad:
Tú confías tu Buena Nueva de vida
a gente débil y falible.
Cólmanos con la fuerza de tu Santo Espíritu,
para que estemos dispuestos
a proclamar tu mensaje de salvación
en el lenguaje vivo de nuestro tiempo.
Que Jesús tu Hijo obre y actúe con y en nosotros
para que cada uno de nosotros tengamos el valor de decir:
Aquí me tienes, Señor, envíame como tu mensajero
a compartir con todos los que quieran escuchar
tu alegre noticia de felicidad.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Intenciones
Señor, atrae a la gente hacia ti abriéndoles sus ojos y corazones a la belleza de tu mensaje, la Buena Nueva de Salvación, roguemos al Señor.
Señor, atrae a la gente hacia ti por tu personalidad inspiradora y rebosante de amor, roguemos al Señor.
Señor, que la Iglesia, con todas sus comunidades, atraigan a la gente hacia ti por medio del servicio generoso y desinteresado, roguemos al Señor.
Oración sobre las Ofrendas
Oh Dios Padre nuestro:
En estos signos de pan y vino
celebramos el acontecimiento central
que resume nuestra fe
y da sentido a lo que somos y hacemos:
La muerte y resurrección de tu Hijo Jesucristo.
Purifica nuestros labios y corazones
con su cuerpo y con su sangre
Y envíanos a proclamar con nuestras vidas
que Jesús es nuestro Señor, vivo y resucitado,
y que tú eres nuestro Padre
ahora y por los siglos de los siglos.
Oración después de la Comunión.
Señor Dios nuestro:
En tu amor nos has convocado a cada uno de nosotros
para una misión en la vida
y para un puesto en tu Plan de Salvación
que nadie puede cumplir en vez de nosotros;
tú has escogido a tu Iglesia, es decir a nosotros,
para ser signos irremplazables y testigos
de la muerte y resurrección de tu Hijo.
Haznos a todos y a cada uno de nosotros
capaces de llevar fielmente a cabo nuestra misión.
Y envíanos “mar adentro”, a pescar hombres,
por la fuerza del Cuerpo y sangre
de nuestro único Salvador,
Jesucristo nuestro Señor.
Bendición
Hermanos: El Señor nos envía y nos encomienda su palabra y su cuerpo. Vayamos ahora. Proclamemos su palabra y seamos su cuerpo visible para el mundo.– Que el Señor nos bendiga para que, a nuestra vez, seamos una bendición para todos, en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.