Liturgia Viva de La Inmaculada Concepción de la Bienaventurada Virgen María
LA INMACULADA CONCEPCIÓN
Saludo (Ver Segunda Lectura)
a ser santos e intachables;
y, como María, a vivir en la presencia de Dios.
Que ojalá sepan ustedes responder al llamado de Dios
y que nuestro Señor esté siempre con ustedes.
R/ Y con tu Espíritu.
EL PARAÍSO, RESTAURADO EN MARÍA
Introducción por el Celebrante
Acto Penitencial
No estamos nosotros libres de pecado,
y compartimos la responsabilidad por el pecado en el mundo.
Busquemos el perdón de Dios
y pidamos para que nosotros también participemos
de la gracia y de la bondad del mismo Dios.
(Pausa)
Dios nos ama con tanto amor
que fue generoso con nosotros en su misericordia:
R/ Señor, ten piedad de nosotros.
Cuando estábamos muertos por el pecado,
nos restauró a la vida por medio de Jesucristo, hijo de María.
R/ Cristo, ten piedad de nosotros.
La gracia de Dios, su amor, nos ha salvado
y resucitado a una vida nueva con Cristo.
R/ Señor, ten piedad de nosotros.
Ten misericordia de nosotros, Señor,
destruye el poder del mal en nosotros
y guarda tus promesas.
Haznos tus hijos, hijos de la luz,
y llévanos a la vida eterna.
Oración Colecta
podamos vencer al mal.
(Pausa)
Oh Dios y Padre nuestro:
Te damos gracias por haber escogido a María
como Madre de tu Hijo,
y por preservarla de todo pecado
desde el primer momento de su vida.
Que este signo de tu amor sin límites
nos dé fuerza y esperanza
para vencer al mal en todas sus formas.
Que sepamos responder a tu cariñosa bondad
con la misma ilusión de María,
por el poder de la gracia conseguida para nosotros
por medio de Jesucristo nuestro Señor.
Primera Lectura: La Promesa de Victoria sobre el Pecado (Gen 3,9-15.20)
Dios condena el poder del mal simbolizado en la serpiente. Promete que las fuerzas del bien, activas también en la humanidad y en el mundo, vencerán al pecado.
Segunda Lectura: Llamados a Ser Hijos de Dios (Ef 1,3-6. 11-12)
Antes de todos los tiempos, fuimos destinados para llegar a ser hijos de Dios, su pueblo santo, por medio de la salvación de Cristo.
Evangelio: El principio del Cumplimiento (Lc 1,26-38)
Como la “Favorecida de Dios”, María es el modelo profético de los que vencen al mal. Con ella comienza el cumplimiento de las promesas de Dios. Con ella, los que son uno con Cristo, aprenderán a decir “Sí” al Plan de Dios.
Oración de los Fieles
Demos gracias a Dios nuestro Padre por darnos a su amado Hijo Jesús por medio de la Bienaventurada Virgen María. Pidamos que la obra de salvación iniciada y bien visible en María continúe en nosotros, por medio de Jesús. Y así pedimos:
R/ Señor, quédate con nosotros por medio de tu Hijo.
- Por la Iglesia de Jesucristo, para que sea el signo para todo el mundo de que Dios quiere estar cerca de su pueblo, roguemos al Señor.
R/ Señor, quédate con nosotros por medio de tu Hijo. - Por nuestro mundo, que está en urgente necesidad de paz, para que la gente pueda entenderse y amarse mutuamente, y que nosotros nos veamos libres de guerra y de toda clase de violencia, de desastres naturales, del hambre y del pecado, roguemos al Señor.
R/ Señor, quédate con nosotros por medio de tu Hijo. - Por nuestras familias cristianas, para que estén unidas en el Señor; por nuestros jóvenes, para que nosotros les ofrezcamos un futuro en el que creer; por los niños huérfanos y abandonados, para que sepamos dales amor, cariño y seguridad, roguemos al Señor.
R/ Señor, quédate con nosotros por medio de tu Hijo. - Por nuestras comunidades cristianas, para que sean centros de alegría y esperanza, y protectoras de toda vida; para que su fe y espíritu de servicio dé testimonio de la presencia de Cristo, roguemos al Señor.
R/ Señor, quédate con nosotros por medio de tu Hijo.
Oh Dios y Padre nuestro, María no guardó egoístamente su Hijo solamente para sí misma, sino que lo dio al mundo como su mejor regalo. Que nuestra fe y nuestro amor también sean amplios y profundos como los de María. Que así podamos compartir nuestra experiencia de Jesús con todo el mundo, cercano o lejano, porque él es el Señor de todos, ahora y por los siglos de los siglos.
Oración sobre las Ofrendas
Cuando María, la Virgen sin pecado,
dijo “Sí” a tus planes,
tú diste al mundo su Salvador.
Acepta nuestro “Sí” en esta eucaristía
para que podamos llevar la vida y esperanza de tu Hijo
a todos nuestros hermanos y hermanas.
Que éste sea el sacrificio que te agrade,
y que nos haga crecer día a día
en tu justicia, libertad y amor.
Te lo pedimos en el nombre de Jesús el Señor.
Introducción a la Plegaria Eucarística
Con alegría y esperanza demos gracias a Dios Padre por darnos a María, y por darnos a Jesús por medio de ella, para realizar con nosotros un comienzo siempre nuevo.
Introducción al Padre Nuestro
Con y como María queremos hacer la voluntad de Dios,
para que su reino venga a nosotros.
Digámoselo a nuestro Padre en el cielo
con las palabras del mismo Jesús:
R/ Padre nuestro…
Líbranos, Señor.
Líbranos, Señor, de todos los males,
y danos la fuerza y la paz en nuestros días,
pues nos sentimos impotentes
para romper la cadena del mal, corrupción y violencia
que azotan a nuestro mundo.
Haznos mensajeros e instrumentos
de reconciliación, justicia y amor,
más que provocadores de conflictos e injusticia,
mientras esperamos con gozo
la gloriosa y completa venida de tu Hijo,
nuestro Señor y Salvador, Jesucristo.
R/ Porque tuyo es el reino…
Invitación a la Comunión
en él nos has escogido para ser santos y sin mancha.
Dichosos nosotros,
invitados a participar en su banquete.
R/ Señor, no soy digno…
Oración después de la Comunión
María oyó la Palabra dirigida a ella
en tu nombre, por medio del mensajero,
y ella se puso a tu servicio.
Nosotros hemos escuchado aquí la Palabra de tu Hijo.
Que ella nos estimule a romper la cadena del pecado,
en nosotros y en el mundo que nos rodea,
y a reemplazarlo con un raudal de bondad y misericordia
que salte hasta la vida eterna.
Concédenoslo por Cristo nuestro Señor.
Bendición
A un mundo en espera de salvación, María le dio un Salvador,
porque dijo su “Sí” al Plan de Dios.
A un mundo que hoy busca y espera sentido y esperanza,
le podemos dar nosotros la paz y la justicia de Cristo,
si estamos también dispuestos a decir nuestro “Sí”
a los designios de Dios para nosotros y para el mundo.
Porque él nos ha llamado a continuar la misión
que él mismo comenzó en Jesús,
con la eficaz colaboración de María.
Que sepamos responder a este llamado
con la bendición de Dios todopoderoso,
Padre, Hijo y Espíritu Santo.
Podemos ir en paz y entregar a Cristo al mundo.