Liturgia Viva del Lunes de la I Semana de Adviento
SALVACIÓN UNIVERSAL
(Años B y C: Is 2,1-5; Año A: Is,4,2-6; Mt 5,8-11)
Introducción a la Primera Lectura.
El mensaje de hoy habla de salvación universal. Isaías proclama que todos están llamados a creer en Dios, a adorarle y rendirle culto, a vivir según su Plan y sus leyes y a gozar de su paz. En esta lectura, Jerusalén representa al pueblo que cree en Dios.
Introducción al Evangelio.
La fe del centurión es extraordinaria y sorprendente. Representa simbólicamente a los gentiles que un día serán llamados, ya que el reino está abierto a todos, sin ningún privilegio de raza o cultura. Con Cristo la salvación se ha hecho disponible para cualquier persona de buena voluntad.
Oración Colecta
Señor Dios, Padre de todos:
En tu Hijo Jesucristo
tú invitas a todos y cada uno a conocerte y amarte
y a vivir en tu perenne paz.
Guarda vivo en nosotros el celo santo
para llevar a todos la luz de tu verdad
y las riquezas de tu vida y amor,
sin ninguna distinción de raza, lengua o cultura.
Ojalá, que todos los habitantes del mundo
lleguen a conocerte y amarte
como al Padre misericordioso de todos
por medio de nuestro hermano y Salvador,
Jesucristo nuestro Señor.
Intenciones
Roguemos para que el Señor Jesús sea conocido y aceptado por todos. Y digamos confiadamente:
R/ Señor, escucha nuestra oración.
– Por los que van sin rumbo y a la deriva en la vida, sin nadie en quien creer, para que un día descubran a Dios y a su Mesías, Jesucristo, roguemos al Señor.
– Por todas las culturas en el mundo, para que un día el Evangelio las enriquezca a todas, roguemos al Señor.
– Por la paz y amistad duradera entre las naciones, roguemos al Señor.
Oración sobre las Ofrendas
Señor Dios nuestro:
Pan y vino, alimento y bebida, vida y alegría.
Estos dones los has destinado para todos
por medio de Jesucristo.
Que sean efectivamente una vida y una alegría
que nadie nos pueda arrebatar
y que podamos hacerlas realidad entre nosotros
por la fuerza de aquél que es nuestro alimento y bebida,
Jesucristo nuestro Señor.
Oración después de la Comunión
Señor, Dios de la promesa:
Tú nos has alimentado con el cuerpo de tu Hijo.
Por la fuerza de este alimento único
conviértenos en el cuerpo visible de Jesucristo para el mundo;
no por nuestros méritos
sino por lo que tú haces en y por nosotros.
Que sepamos hacer visible en nosotros
la compasión, el amor y la justicia de Jesús
para que la gente reconozca su presencia
y, a través de él, te demos todo honor y alabanza
ahora y por los siglos de los siglos.
Bendición
Hermanos: Hoy nos proclamó Isaías, como profecía: Muchos vendrán, del Este y del Oeste, a comer con nosotros en la mesa del reino. — Esto está ya sucediendo en nuestros días: Pensemos en el gran problema de los emigrantes y refugiados. ¿Estamos dispuestos a respetarlos y a acogerlos como iguales a nosotros ante Dios?
Que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre nosotros y nos acompañe siempre.