Liturgia Viva del Lunes de la I Semana del Tiempo Ordinario
DISCÍPULOS HOY
(Heb 1,1-6; Mc 1,14-20)
Introducción
Hoy comenzamos a leer la carta a los Hebreos. Dios nos habla en la naturaleza, en la gente que nos rodea, en los acontecimientos de la vida. Sin embargo con frecuencia estamos sordos a sus palabras y a su silencio. Poco escucharon a sus mensajeros, los profetas. Finalmente Dios habló por medio de su Hijo Jesús. La Carta a los Hebreos acentúa este punto: en el Evangelio de este día oímos a Jesús hablando y proclamando su Buena Noticia de salvación. – Pero Jesús y su Evangelio, ¿son Buena Noticia para nosotros hoy? ¿Aceptamos el Evangelio como palabras y acción de Dios, dirigidas personalmente a nosotros hoy?
Año II. Una palabra sobre los libros de Samuel. Después de los tiempos confusos del asentamiento en Palestina viene un período más estable con los Reyes. Este período es importante, porque la vaga “salvación” descrita anteriormente, -una tierra de su propiedad para los hebreos, su crecimiento como pueblo- se torna ahora en mesianismo, basado en el reinado de David: Vendrá un rey ideal, en quien se cumplirán todas las promesas. — Jesús, descendiente de David, fundará el reino eterno prometido a David. En la lectura de hoy, en este Año II, Samuel aparece como el profeta que prepara, por cierto con poca gana, la fundación de un reino hebreo. Solamente un rey puede unificar y defender al pueblo.
Evangelio. En el evangelio de hoy Jesús empieza a predicar la venida del reino de Dios en medio del pueblo. Convoca a la penitencia y a la conversión y elige sus primeros discípulos. Jesús nos dirige a nosotros hoy estas mismas palabras: “¡Arrepiéntanse, conviértanse, sean pescadores de hombres para el reino”.
Oración Colecta
Señor Dios nuestro:
Tú nos invitas a nosotros,
discípulos hoy de tu Hijo,
a convertirnos totalmente al evangelio
y a ayudar a extender tu reino.
Danos corazones abiertos al evangelio
y generosidad para compartirlo
con los hombres de nuestros días.
Te lo pedimos por medio de Jesucristo,
Hijo tuyo y Señor nuestro,
que vive contigo y con el Espíritu Santo,
un solo Dios, por los siglos de los siglos.
Intenciones
- Por nuestra querida Iglesia, para que el Señor la ayude a continuar renovándose a sí misma, y de esta forma se mantenga caminando por los caminos del evangelio, y para que sus miembros vivan el mismo evangelio como Buena Noticia de salvación, roguemos al Señor.
- Por los que dejan sus redes por seguir a Jesús, el Señor, para que vivan de tal manera el evangelio que lo hagan visible y tangible a los hermanos, roguemos al Señor.
- Por todos nosotros en nuestras comunidades, para que el Señor nos ayude a tomar en serio el evangelio y a vivirlo unidos íntimamente con el Señor, roguemos al Señor.
Oración de las Ofrendas
Señor Dios nuestro:
En estos dones de pan y vino
ponemos nuestra mejor voluntad
para seguir a tu Hijo
a donde quiera que nos llame.
Que este nuestro encuentro aquí y ahora
con tu Hijo y con los hermanos
marque para nosotros un nuevo comienzo
de unidad y de amor leal,
para que la semilla de tu reino
crezca entre nosotros,
por Jesucristo nuestro Señor.
Oración después de la Comunión
Señor Dios nuestro:
Sabemos muy bien lo que tú puedes hacer
con gente débil y falible.
Con la fuerza de tu Hijo,
ayúdanos a hacer lo que sobrepase nuestras fuerzas:
ser tu pueblo
y ser para el mundo
la señal de que tú amas a todos y a cada uno
y que amistad y justicia
no son palabras huecas
ni para ti ni para nosotros.
Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor.
Bendición
Hermanos: “Ésta es la hora. Arrepiéntanse y crean en la Buena Nueva, en el Evangelio. Vengan y síganme. Sean mis discípulos”. Jesús pronunció esas palabras hace ya mucho tiempo. Pero nos las repite a nosotros aquí y ahora. Ojalá sepamos escucharlas y acogerlas con ilusión y entrega, ayudados con la bendición del Señor.
Que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre nosotros y nos acompañe siempre.