Liturgia Viva – Lunes de la III Semana de Pascua
¿POR QUÉ BUSCAMOS A JESÚS?
(Hch 6,8-15; Jn 6,22-29)
Introducción
Hoy, y en los próximos días, dos textos de la Escritura no relacionados entre sí, corren paralelos – el martirio de San Esteban, presentado como una imitación del martirio de Cristo, y el discurso eucarístico de Jesús tal como nos lo presenta Juan, cap. 6, después de la multiplicación de los panes.
Jesús nos confronta hoy con esta pregunta: “¿Por qué me están ustedes buscando?” ¿Por qué buscamos a Dios, a Jesús? ¿Es solamente por los dones que él nos da? Cierto que recibimos mucho de Dios, pero ¿buscamos a Jesús mismo, por lo que él significa para nuestras vidas? Esforcémonos por acercarnos más a él y llegar a ser más como él. Él nos pide fe en su persona y en su misión.
Oración Colecta
Anhelamos ardientemente la vida y felicidad eternas
y la realización de todas nuestras esperanzas.
Sacia todas nuestras hambres
por medio de Jesucristo tu Hijo,
que es nuestro pan de vida.
Y cuando él nos haya llenado de sí mismo,
que nos guíe también y nos dé fuerza
para poder llevar a un mundo que espera
el alimento de reconciliación y alegría
que solamente tú puedes dar en plenitud.
Te lo pedimos por el mismo Jesucristo nuestro Señor.
Intenciones
- Por la Iglesia, para que sus líderes y ministros sustenten al Pueblo de Dios con el alimento sólido del evangelio, roguemos al Señor.
- Por los cristianos divididos, para que pronto podamos partir y compartir todos juntos el alimento único del único Señor, el pan de la eucaristía, roguemos al Señor.
- Por todas las comunidades cristianas, para que aprendamos a apreciar el tremendo valor de la eucaristía y a sacar de él la fuerza para comprometernos a aliviar las necesidades de nuestros prójimos, cercanos y lejanos, roguemos al Señor.
Oración sobre las Ofrendas
Para este banquete de la eucaristía,
banquete de acción de gracias,
traemos ante ti pan y vino,
los dones que tú mismo nos has dado.
Ellos expresan nuestra vida y nuestra lucha.
Que se conviertan en signos vivos
de la presencia de tu Hijo entre nosotros,
para que él nos sustente en nuestro caminar
hacia una vida y alegría plenas y eternas,
y que nos disponga a entregarnos generosamente,
con él y como él,
para la vida y felicidad de todo tu pueblo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Oración después de la Comunión
En el pan eucarístico partido aquí para nosotros
reconocemos al que es la luz de vida,
a tu Hijo Jesucristo.
Danos siempre este pan,
que sea Jesús nuestro pan de cada día,
que sabe mejor cuando se lo comparte
con todos los que, de cualquier manera,
tienen hambre de él.
Concédenoslo por medio del mismo Jesucristo,
nuestro Señor.
Bendición
Hermanos: “Trabajen no por el alimento que perece, sino por el alimento que perdura y da vida”, nos dice Jesús. En la vida, pues, busquemos al Señor y las cosas de valor eterno. Para ello, que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre nosotros y permanezca para siempre.