Liturgia Viva del Lunes de la IV Semana de Cuaresma
Introducción
Para la gente que cree, la edad de oro se sitúa en el futuro, no en el pasado, dice la tercera sección del libro de Isaías. Antes del destierro, los judíos y sus profetas miraban a los orígenes, al pasado, como la edad dorada de la que la humanidad había decaído. Ahora, el profeta se vuelve hacia el futuro. Para el creyente, hay un nuevo mundo que hay que construir como señal del nuevo cielo. La vida se sitúa en el futuro.
La edificación de este mundo nuevo comenzó en serio con Cristo. Su palabra renueva a la gente. La fe en él lleva consigo vida y curación, algo por lo que vale la pena vivir, y alegría ahora; y mucho más en el futuro: habrá un mundo nuevo, una nueva relación con Dios, un nuevo Pueblo de Dios.
Oración Colecta
Señor, Dios nuestro, Padre todopoderoso:
Tú quieres no que nos volvamos al pasado
para añorarlo y para llorar sobre él,
sino que tengamos esperanza en el futuro,
en la nueva tierra y en los nuevos cielos.
Danos una fe firme en tu Hijo, Jesucristo,
para que, a pesar de los defectos de nuestro tiempo,
tengamos fe en un futuro mejor,
que tú quieres que construyamos
con tu Hijo, Jesucristo, nuestro Señor.
Intenciones
- Señor, pronuncia solamente tu Palabra y seremos sanados.
- Señor, tócanos con tu gracia y llegaremos a ser mujeres y hombres nuevos y valerosos.
- Señor, entrégate de nuevo a nosotros, y nos harás capaces de darnos a los demás.
Oración sobre las Ofrendas
Éstos son nuestros dones:
no más que un poco de pan y vino:
pan ordinario, y una sencilla bebida de alegría,
pero se convierten en medio de nosotros
en los signos de un gran futuro.
Danos fe, Señor, una fe lo bastante fuerte
para creer con absoluta certeza
que todo es posible,
que podemos construir
un nuevo cielo y una nueva tierra
en y por medio de tu Hijo,
Jesucristo nuestro Señor.
Oración después de la Comunión
Creemos en tu Hijo, Jesucristo,
que ha estado con nosotros
en esta celebración eucarística.
Por su causa estamos convencidos
de que incluso la muerte conduce a la vida,
de que no hay límites
a lo que tú puedes hacer con nosotros,
a pesar de lo poco fiables que somos a veces.
Estamos también convencidos
de que todos nuestros sueños
pueden hacerse realidad
por encima de nuestras expectaciones,
en Jesucristo, nuestro Señor.
Bendición
Hermanos: Cada año la Iglesia nos ofrece este tiempo de Cuaresma como una oportunidad para llegar a ser los seguidores de Cristo soñados por Jesús: valientes, cercanos a Dios, pensando de nuevo en los demás más que en nosotros mismos y en nuestros intereses insignificantes o mezquinos. Sigamos dejando al Señor que nos renueve con su fuerza. Para ello, que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre ustedes y les acompañe siempre.