Liturgia viva del Lunes de la VII Semana del Tiempo Ordinario
CURANDO Y RESUCITANDO (Año I. Eclo 1,1-10; Sant 3,13-18; Mc 9,14-29)
Introducción
Año I. La Primera Lectura se toma del libro sapiencial de Ben Sirach, un alto oficial judío de Jerusalén en el Siglo II A.C. La sabiduría que un ser humano puede adquirir por medio de educación y de experiencia en la vida se queda corta ante la verdadera y perfecta sabiduría que procede de Dios y que con frecuencia avergüenza a la sabiduría humana. Ciertamente, la sabiduría humana es a veces locura, y la locura de Dios -como la sabiduría de la cruz- es genuina sabiduría.
Evangelio. Jesús cura a un muchacho poseso, alzándolo, tomándolo de la mano. Jesús pide fe y oración confiada, de otro modo nos cerramos a la acción de Dios. Marcos dice que “Jesús levantó al muchacho poseso cogiéndolo de la mano”; así describe su curación en términos de resurrección, como la curación de la suegra de Pedro o la resurrección de la hija de Jairo. Con su tacto, “cogiéndolo de la mano”, Jesús cura y restaura vida.
Oración Colecta
Oh Dios, Padre compasivo:
Por medio de tu Hijo Jesucristo
tú alzaste a los enfermos a una vida plena,
curándolos de sus enfermedades.
Tómanos a nosotros también de la mano,
tócanos y restáuranos a una humanidad más plena.
Toca nuestra mente, para que seamos más sabios
y mira al mundo y a la gente
con tus ojos compasivos.
Toca nuestro corazón,
para que sepamos amar más
y servir mejor a nuestros hermanos.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Intenciones
- Señor, ayúdanos a alzar de su desaliento a los descorazonados y abatidos, gracias a nuestra amistad y cercanía, y a nuestras palabras reconfortantes, así te lo pedimos:
- Señor, bendice a los doctores, enfermeras, y a todos los que cuidan de los enfermos, para que logren levantar de su postración y enfermedad a los que buscan su ayuda, y así te lo pedimos:
- Señor, resucita de entre los muertos a todos nuestros seres queridos difuntos que murieron con fe y esperanza en la resurrección, y así te lo pedimos:
Oración sobre las Ofrendas
Señor Dios nuestro:
Aquí están sobre el altar
tus propios dones de pan y vino.
Tócalos con el poder de tu Santo Espíritu
y transformarlos en el cuerpo y sangre de Cristo,
nuestro hermano y Salvador,
para que participemos de su victoria
sobre el sufrimiento, la enfermedad y la muerte.
Te lo pedimos en el nombre
de aquél que vino a elevarnos
a una vida más alta y sublime,
Jesucristo nuestro Señor.
Oración después de la Comunión
Oh Dios de misericordia y compasión:
Concédenos participar del poder sanador
de tu Hijo Jesucristo.
Danos un espíritu de penitencia y de oración
para hacernos humildes y fuertes;
y sobre todo danos un sentido de fe profunda,
para que podamos hacer grandes cosas
creyendo en tu Hijo Jesús.
Y que experimentemos,
activo y eficaz en nosotros,
su poder de levantar a la gente
de sus miserias y desamparo.
Te lo pedimos por medio del mismo Cristo nuestro Señor.
Bendición
Hermanos: Tocar con cariño a los hermanos, tomarles de la mano, librarlos de su aislamiento y levantarlos de su tristeza y desesperación… es también nuestra tarea, si queremos continuar el trabajo y la misión de Jesús. Para poder realizarlo, contemos con la bendición del Señor.
Que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre ustedes y les acompañe siempre.