Liturgia viva del Lunes de la XXIV Semana del Tiempo Ordinario
EXTRANJEROS NO MÁS YA
Primera Lectura. Pablo, por medio de Timoteo, urge a los cristianos a ser mediadores e intercesores con sus súplicas y oraciones por toda la humanidad. La razón es que Cristo es el único mediador entre Dios y los hombres y que Dios quiere que todos se salven y lleguen al conocimiento de la verdad. ¡Qué universal es el Plan y la voluntad salvífica de Dios para salvar a todos!
Evangelio. Hoy contemplamos la bella escena del centurión romano, quien, por medio de emisarios, pide a Jesús que cure a su esclavo. Él amaba al pueblo judío y tenía fe en Jesús por lo que había oído acerca de él y de sus milagros. Y, algo insólito en un mundo de esclavitud, otra señal de su fe es que pidió por la curación de un esclavo. — De él tomamos también las palabras que utilizamos en la celebración eucarística, en el momento de la comunión: que “no es digno de que Jesús vaya a su casa.”
Oración Colecta
Señor Dios, Padre de todos:
Tú llamas a gente de toda lengua, cultura y nación
para adorarte y vivir en tu amor.
Que tu Hijo Jesucristo hable en medio de nosotros,
como lo hizo con el centurión,
tu palabra salvadora que lleva curación a todos.
Que muchos acepten su invitación
a sentarse con nosotros a su mesa.
Danos suficiente fe y amor
para que nosotros también, como tú y tu Hijo,
sepamos hacer de gente extraña y desconocida
verdaderos amigos.
Te lo pedimos por el mismo Cristo nuestro Señor.
Intenciones
- Para que los que creen en el Señor Jesús expresen su fe en obras de justicia y amor, de servicio responsable y de compasión sin límites, roguemos al Señor.
- Para que todos los pueblos de la tierra oigan dónde se puede encontrar al Señor Jesús, llegar a conocer su nombre, creer en él, aceptarle en su corazón y orarle confiadamente, roguemos al Señor.
- Para que acojamos con franca hospitalidad a desconocidos y extranjeros en nuestras comunidades cristianas y les hagamos sentirse como en su casa entre nosotros, roguemos al Señor.
Oración sobre las Ofrendas
Te presentamos pan y vino aquí sobre el altar
para celebrar nuestra gratitud a ti
mientras estamos reunidos en torno a Jesús, tu Hijo.
en quien y por quien tú nos has acogido y aceptado.
Que hombres y mujeres de todas las culturas,
sentados alrededor de su mesa acogedora,
puedan comer su pan de vida
y beber su vino de alegría y redención,
para que todos conozcan tu nombre
y te alaben por tu misericordioso amor.
Te lo pedimos en el nombre de Jesús, el Señor.
Oración después de la Comunión
Te damos gracias porque tu Hijo Jesús ha venido a nosotros,
en su palabra y en el pan de vida,
aun cuando no somos dignos.
Que él encuentre gran fe en nosotros y en todo su pueblo.
Que su palabra llene nuestras palabras vacías
y que su amor inspire todo lo que hacemos,
para que con toda nuestra vida
y en la armonía de nuestras muchas lenguas
te cantemos a ti, Padre, nuestra acción de gracias y alabanza.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Bendición
Hermanos: Para Dios no hay extraños ni extranjeros. Él conoce a todos, los acepta y los ama a todos, lo sepan ellos o no, porque todos son hijos suyos. Que nosotros también sepamos aceptarlos como lo hace Dios.
Y para ello, que la bendición del Dios universal y rico en misericordia, Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobe nosotros y nos acompañe siempre.