Liturgia Viva del Lunes de la XXIX Semana del Tiempo Ordinario
SALVADOS POR GRACIA (Ef 2,1-10; Lc 12, 13-21)
Introducción
Primera Lectura. La carta a los Efesios nos da el mensaje más fundamental: nuestra salvación gratuita por la muerte y resurrección de Jesucristo. La vida, la verdadera vida, nos viene por medio de él. Nosotros no hemos hecho ningún mérito para merecerla y nada podemos hacer para ser dignos de ella. Todo lo que somos, lo somos por la gracia de Dios. Quizás esta constatación vaya contra el principio de nuestro modo de pensar humano, pero somos seres dependientes, somos don de Dios que vive por los dones repetidos de Dios. Y sin embargo, esto no debiera ser humillante para nosotros, pues está conforme con nuestra naturaleza humana. Somos dependientes, sí, pero somos amados – y esto es lo que cambia todo y da valor a todo.
Evangelio. Cuando Jesús habla abiertamente contra los ricos, no intenta condenarlos, sino liberarlos. Lo que él denuncia no es el hecho de que tengan bienes materiales, sino su propio apego excesivo a ellos y el uso egoísta que hacen de sus riquezas: para acumular y atesorar, para disfrute y placer egoísta o, como algunos países ricos hacen, almacenando o haciendo acopio de trigo en silos o usando el petróleo para presiones políticas y económicas. El valor de las posesiones es relativo para los bienes del Reino, como son la justicia y el amor. Lo que cuenta realmente es ser rico y sabio ante Dios.
Oración Colecta
Señor Dios nuestro:
Nosotros somos tu obra de arte.
Cuando estábamos condenados a muerte por el pecado,
tú nos llamaste a la vida por medio de la muerte de tu Hijo Jesús.
Señor, ábrenos a tu amor y a tu vida
otorgadas gratuitamente como don, sin precio ni pesar,
y danos un corazón agradecido.
Que aprendamos de ti y de tu Hijo
a ponernos generosamente al servicio de nuestros hermanos,
por el mismo Jesucristo nuestro Señor.
Intenciones
– Con corazón agradecido, porque Dios nos ha cambiado de ser extraños a él a ser sus hijos e hijas en Cristo Jesús, roguemos al Señor.
– Con corazón bondadoso y cariñoso, porque Dios nos ha traído la paz para con él mismo, para con nuestros hermanos, e incluso para con nosotros mismos, roguemos al Señor.
– Con corazón abierto de par en par, con el que podamos amar a la multitud de hermanos y hermanas que la gracia de Dios nos ha dado en la Iglesia, roguemos al Señor.
Oración sobre las Ofrendas
Señor Dios nuestro:
Tú nos permites utilizar estas ofrendas de pan y vino
como regalos procedentes de tus manos
para comer y beber la vida de tu Hijo.
Confírmanos en tu gracia,
sin ninguna reclamación por nuestra parte
pensando solo en nuestros méritos;
y que el Espíritu de Jesús nos ayude
a vivir la vida santa de tu Hijo
que tú desde el principio habías ideado
para que también la viviéramos nosotros.
Te lo pedimos por el mismo Jesucristo nuestro Señor.
Oración después de la Comunión
Señor Dios nuestro:
¿Qué otra cosa podemos hacer
sino darte gracias y alabanza
por hablarnos por medio de Jesucristo
y fortalecernos con su pan de vida
en esta eucaristía?
Que todo lo que digamos y hagamos
y todas nuestras vidas
sean un don tuyo para los que nos rodean
y un acto de gratitud a ti, Dios y Señor nuestro,
que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Bendición
Hermanos: Todo es gracia, todo es don tuyo, dado graciosa y gratuitamente a nosotros. Incluso el uso de nuestros talentos y nuestro trabajo es don de Dios. Compartamos también graciosamente nuestro amor a nuestro prójimo, como nuestro amor a las personas muy cercanas a nosotros. Y también demos nuestra ayuda generosa a los hermanos que sufren, aun cuando vivan muy lejos de nosotros.
Y que la bendición del Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre ustedes y les acompañe siempre.