Liturgia viva del Lunes de la XXXIII Semana del Tiempo Ordinario
Introducción
Durante esta semana tomaremos la primera lectura, de los dos libros canónicos de los Macabeos. Estos libros nos cuentan la historia de la lucha épica de los judíos contra el imperio sirio. El rey sirio quería unificar su reino bajo la cultura helenística. Muchos judíos sintieron que su adhesión a la ley mosaica los aislaba y cedieron a la política del rey, pero un núcleo fiel, más tarde casi todos los judíos, luchó por defender su fe y su cultura, llegando algunos hasta sacrificar su vida por este fin.
Evangelio. Después de que Jesús reprendió a los apóstoles por su falta de comprensión y de fe, Lucas lo muestra curando al ciego. ¿Es quizás para enseñar a los apóstoles una lección y para mostrarles que necesitan curarse de su ceguera espiritual por medio de la fe? De todos modos, Jesús se convierte en luz e ilumina al ciego. Le pedimos al Señor que nos dé ojos de fe.
Oración Colecta
Oh Dios, Padre todopoderoso:
Cada uno de nosotros podría también decir:
“Señor, que vea de nuevo, porque estoy ciego
al amor que me muestras en la gente que me rodea.
Que vea de nuevo,
porque estoy ciego a tu bondad y belleza
que me revelas en tu creación
y en los acontecimientos de la vida.”
Que nosotros también oigamos de los labios de tu Hijo:
“Tu fe te ha salvado.”
Te lo pedimos por el mismo Jesucristo, nuestro Señor.
Intenciones
- Señor, mira los ojos de los niños que están abiertos a la vida; mira también los ojos llenos de esperanza de los que creen en tu futuro esperanzador; llénalos con tu luz. Roguemos.
- Señor, mira los ojos llenos de odio o despecho de los que se sienten frustrados en la vida; mira la alegría en los ojos de los que saben amar. Roguemos.
- Señor, mira los ojos de los que sufren; mira también los ojos de los que están cerrados a los demás. Roguemos.
Oración sobre las Ofrendas
Oh Dios, Padre todopoderoso:
Por medio de este pan y vino te pedimos
que nos des a tu Hijo Jesucristo,
luz que ilumine nuestra vida:
Por medio de él, el Hijo de David,
ten piedad de nosotros,
para que podamos alabarte
por la bondad salvadora que tú nos muestras
en el mismo Jesucristo nuestro Señor.
Oración después de la Comunión
Señor Dios nuestro:
en esta eucaristía nos has dejado experimentar tu bondad
por medio de la presencia salvadora de Jesús.
No permitas que ocultemos su luz
o que ensombrezcamos las vidas de nuestros prójimos.
Danos unos ojos claros y limpios,
y haz que seamos luz
para los que viven sin conciencia ni esperanza.
Te lo pedimos por el poder de Jesucristo nuestro Señor.
Bendición
Hermanos: Cuando a veces estamos ciegos para lo que Dios nos pide, también nosotros gritamos: “Jesús, Hijo de David, ten piedad de nosotros. Que yo vea de nuevo.” Y que ojalá él nos responda: “Recupera tu visión. Tu fe te ha salvado.”
Y que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre todos nosotros y nos acompañe siempre.