Liturgia Viva del Martes de la II Semana de Pascua

Fecha

09 Abr 2024
Finalizdo!

Una sola mente un solo corazón 
(Hch 4,32-37; Jn 3,7-15)

Introducción
    Basados en nuestras experiencias decepcionantes, sabemos lo difícil que es formar una verdadera comunidad. Somos diferentes, con diferentes personalidades, diferentes ideas, talentos, actitudes… El mayor obstáculo somos nosotros mismos: queremos que la gente siga nuestro camino, imponemos a los demás nuestros criterios y puntos de vista, etc. —  En nuestras comunidades cristianas hay uno que nos puede unir en sí mismo. Es Jesús, nuestro modelo y nuestro Señor. Creemos que venimos aquí juntos a la eucaristía por él y en su  nombre. Él está vivo y presente entre nosotros. Él nos une  a todos juntos en una misma fe y en un mismo amor. Ésta es, por otra parte, una tarea para toda la vida. ¿Igual que la primera comunidad cristiana de Jerusalén, acaso no podemos ser, en Jesús, una sola mente y un solo corazón?

Oración Colecta

Padre de nuestro Señor Jesucristo:
¡A ti toda alabanza y acción de gracias!
Tú nos has dado a tu Hijo, Jesús Resucitado,
para que viva en nuestras comunidades.
Haz que sepamos verlo con ojos de fe,
para que él nos una en una sola mente y un solo corazón.
Que su presencia dinámica entre nosotros
nos mueva a convertirnos con él
en pan de vida, los unos para los otros,
para que nadie entre nosotros tenga hambre
de alimento material o de ayuda espiritual  
cuando se sienta necesitado.
Te lo pedimos por Cristo, nuestro Señor.  

Intenciones

  • Señor Resucitado, sé más grandioso y más fuerte que nuestros egoísmos y divisiones. Haznos uno a todos los que creemos en ti, y así te decimos:
  • Señor Resucitado, tú has dado a los hombres corazones nuevos. En nuestras comunidades cristianas, haz que todos seamos  una sola mente y un solo corazón, y así te decimos:

Señor Resucitado, que el mejor testimonio que demos de ti sea el aceptarnos fraternalmente unos a otros, el preocuparnos y servirnos generosamente unos a otros, y así te decimos:

Oración sobre las Ofrendas

Oh Dios y Padre nuestro:
Nosotros te pedimos que nos des alimento y bebida…
y tú nos das a tu Hijo.
Que ningún hermano en nuestras comunidades pase hambre
o se sienta abandonado cuando se encuentre afligido y angustiado.
Que, por el contrario, aprendamos de tu Hijo Jesús
a ser fieles compañeros de todos los que necesiten de nosotros.
Que, junto con el consuelo y ayuda ofrecidos,
nos demos también  a nosotros mismos,
como hizo y sigue haciéndolo Jesús por nosotros,
él que es Señor y Dios nuestro
por los siglos de los siglos.

Oración después de la Comunión

Oh Dios y Padre nuestro:
Por la fe, hemos encontrado
en esta celebración eucarística
a tu Hijo Jesús.  
Con él a nuestro lado,
queremos ser una comunidad profundamente creyente
en la que el amor y el compartir
no sean palabras huecas;
queremos formar una comunidad que siga soñando
en que podemos encontrarnos  fraternalmente unos con otros
para crear todos juntos un nuevo futuro
por medio de aquel por quien hemos renacido en el bautismo,
Jesucristo, nuestro Señor glorioso y resucitado,
por los siglos de los siglos.

Bendición

Hermanos: “Llegar a ser una mente y un corazón”. ¿Cómo nos atrevemos a hablar así? Estamos todavía tan lejos de esta exigencia de nuestra fe… Pero seguimos esperando. Sigamos también trabajando y creciendo hacia esa meta, con la bendición del Señor.  Y así, que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre nosotros y nos acompañe siempre.
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