Liturgia viva del martes de la octava de Pascua

Fecha

14 Abr 2020
Finalizdo!

PASCUA DEL SEÑOR  (Hch 2,36-41; Jn 20,11-18)

Introducción
No siempre es fácil  reconocer al Señor Resucitado. Esa fue la experiencia de María Magdalena. — A nosotros también se nos pregunta: “¿A quién buscan ustedes?” ¿Estamos buscando realmente al Señor Jesús? Y ¿le reconocemos, no solamente en nuestros momentos de oración y cuando recibimos la eucaristía, sino también cuando él camina a nuestro lado en nuestras alegrías y sufrimientos, en la gente que nos rodea, en las circunstancias y acontecimientos ordinarios de la vida? Jesús es ciertamente nuestro Señor y Mesías. — María Magdalena le reconoció cuando oyó su voz. ¿Le amamos nosotros tanto y estamos tan en sintonía con él que, al oírle, decimos: “Tú eres, Señor, quien me habla” ?

Oración Colecta
Oh Dios de vida:
Profesamos nuestra fe en Jesús
y le reconocemos como nuestro Señor y Salvador.
Haz que le escuchemos
cuando nos anuncia su Buena Nueva de salvación
como un mensaje de vida.
Que nosotros también sepamos oír su voz
cuando clama a nosotros
en los hermanos necesitados,
o cuando nos habla sencillamente
en hermanos que nos confidencian
sus alegrías y esperanzas, su fe y su amor.
Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor.

Intenciones

  1. Señor, no permanezcas como un extraño para nosotros. Haz que la Iglesia vea tu imagen en todos,   incluso en el pecador a quien hay que levantar del pecado a una vida nueva; y así te rogamos.
  2. Señor, no permanezcas como un extraño para nosotros. Haz que te veamos y te saquemos de la opresión en el mendigo y pordiosero de la calle y en el fugitivo; y así te rogamos.
  3. Señor, no permanezcas como un extraño para nosotros. Haz que sepamos consolarte en los que sufren y en los que lloran; y así te decimos.

Oración sobre las Ofrendas
Señor Dios nuestro:
En estos signos de pan y vino
buscamos a Jesús, el Señor,
porque queremos encontrarle
y hacernos muy cercanos a él
en nuestra vida de cada día.
Que él se haga cercano e íntimo a nosotros
y nos alce por encima de la banalidad
de la vida de cada día.
Que él enriquezca y hermosee nuestra vida
con bondad y profunda fe,
porque él es nuestro Señor Resucitado,
ahora y por los siglos de los siglos.

Oración después de la Comunión
Señor Dios nuestro:
Lleva a la perfección en nosotros
lo que, con tu beneplácito,
Jesús ha comenzado en nosotros.
Que él nos muestre lo que tenemos que hacer,
que siga convirtiéndonos a sus actitudes
de paciente servicio y profundo amor.
Que él infunda su nueva vida en nosotros
cuando en la eucaristía
se siente a la mesa con nosotros,
sus discípulos de hoy.
Concédenoslo 
por medio del mismo Jesucristo, nuestro Señor.

Bendición
Hermanos: Jesús nos dice como a María Magdalena: Déjame, suéltame… No intentemos poseer a Jesús para nosotros solos, en exclusiva. Vayamos a nuestros hermanos y hermanas y compartamos con ellos a Jesús, como el Señor de vida que nos alza por encima de nosotros mismos haciéndonos con él hombres y mujeres “para-los-demás”.
Para poder lograr esto, que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre ustedes y les acompañe siempre.

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