Liturgia Viva del Martes de la XIV Semana del Tiempo Ordinario. Santa María Goretti, virgen y mártir
LUCHANDO CON DIOS
(Año I. Gen 32:23-33; Mt 9:32-38)
Introducción
La misteriosa lucha de Jacob con Dios es típica de la lucha de los cristianos de hoy consigo mismos y también con Dios (con Dios, visto al claroscuro de la fe). La fe es ciertamente, con frecuencia, una lucha en la noche con realidades que nos sobrepasan; pero con un Dios tan grande y al mismo tiempo tan adorable, que se nos aparece increíble, tan diferente de nosotros, a veces como ausente, y aun así tan cercano. Con frecuencia, en estas luchas no vemos claro con quién estamos luchando. Tenemos que aguantar y agarrarnos bien; no tenemos que permitir que nos golpeen y derroten, hasta que algo bello nazca, una bendición. También Jesús tuvo que luchar hasta el amanecer de la resurrección y de la vida.
Colecta
Señor, Dios todopoderoso:
Con frecuencia nos cuestionamos
a nosotros mismos y a la vida;
tenemos que medirnos contigo,
con nosotros mismos
y con las realidades de este nuestro mundo,
de tal forma que nuestra fe sobreviva y crezca.
Ayúdanos a aguantar hasta el alba,
para vencer definitivamente en la lucha,
con la fuerza y bendición
de Jesucristo, nuestro Señor.
Intenciones
- Para que, en nuestra lucha por entender mejor nuestra fe y por librarnos de nuestras dudas, nos adhiramos fuertemente a Dios y pidamos su bendición.
Roguemos al Señor. - Para que nuestros enfermos, cuando en la noche oscura de su enfermedad luchan con su sufrimiento y soledad, sigan confiando humildemente en el Señor.
Roguemos al Señor. - Para que, en nuestra lucha contra las tentaciones que nos inducen al mal, el Señor nos ayude a vencer nuestra avaricia desordenada, nuestra descontrolada sensualidad y nuestra hambre insaciable de prestigio y de poder.
Roguemos al Señor.
Oración sobre las Ofrendas
Señor Dios nuestro:
Cuando te buscamos en la oscuridad,
muéstrate a nosotros en tu Hijo, que es la luz,
como lo haces en esta eucaristía.
En él, revélanos tu nombre y tu presencia.
Y cuando te cuestionemos
por qué nuestras luchas nos hieren y trastornan,
recuérdanos que Jesús tu Hijo,
se ofreció sin reservas por nosotros,
fue mortalmente herido y vilmente asesinado
para traernos vida y bendición.
Él que vive y reina por los siglos de los siglos.
Oración después de la Comunión
Señor Dios nuestro:
Con los ojos de la fe hemos visto a tu Hijo
en esta eucaristía,
y sabemos que él camina a nuestro lado.
Bendícenos, Señor, con su presencia
en todo lo que hagamos este día.
Bendícenos cuando parezca que él está ausente,
para que sigamos creyendo y esperando.
Bendícenos para que ganemos
batallas liberadoras con nosotros mismos.
Bendícenos para que al final del camino
podamos verte tal como eres
y vivir en tu alegría y felicidad eternas,
por Jesucristo nuestro Señor.
Bendición
Hermanos: Es bueno encontrarnos con el Señor, no solo en nuestras alegrías, sino especialmente en nuestras luchas y tristezas. Él está aquí y podemos contar con él. Que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre ustedes y permanezca para siempre.