Liturgia Viva del Martes de la XVIII Semana del Tiempo Ordinario. San Eusebio de Vercelli, obispo. San Pedro Julián Eymard, presbítero
MARTES
Introducción
Es de lamentar que el Leccionario haya omitido aquella parte de la observación de Jesús que da el fundamento de este episodio: “ ¿Y por qué ustedes quebrantan el precepto de Dios en nombre de su tradición (de ustedes)?” (v.3). Jesús redefine el verdadero sentido de pureza. Uno es puro no por las abluciones rituales, sino por la fidelidad a la ley de Dios. Las tradiciones y costumbres humanas que obstaculizan la ley de Dios deben ser abolidas. Y además, el espíritu de la ley es lo que realmente cuenta, no la letra.
Colecta
Padre, Dios de la Alianza eterna:
Nos has vinculado a ti
con importantes lazos de amor eterno;
y las palabras que nos diriges son espíritu y vida.
Abre nuestros corazones a tus palabras,
para que nos toquen
en lo más íntimo de nuestro corazón.
Que nos impulsen a servirte
no de una manera servil,
sino con actitud filial, como hijos e hijas tuyos
que te aman y a quienes has otorgado la libertad
por medio de tu Hijo, Jesucristo nuestro Señor.
Intenciones
- Por la Iglesia, para que no sustituya el evangelio con ritos y leyes de invención humana, sino que le ofrezca al pueblo la libertad, la amabilidad y la inspiración de Cristo, roguemos al Señor.
- Por los que no conocen a Cristo, para que descubran la ley de Dios escrita en sus corazones y encuentren la salvación por la integridad de sus vidas y el amor a su prójimo, roguemos al Señor.
- Por todos los que participan en la mesa del Señor, para que aprendan de Jesús que el amor es el corazón de la ley y que el verdadero amor sabe cómo servir generosa y desinteresadamente, roguemos al Señor.
Oración sobe las Ofrendas
Señor Dios nuestro:
Traemos hoy ante ti nuestra disponibilidad
para responder a tu amor.
Fortalécenos con el cuerpo y la sangre
de tu Hijo Jesucristo,
para que con él nos dediquemos a ti
con toda nuestra mente y corazón,
y para que seamos capaces
de comunicar tu amor y tu sentido de justicia
a todos los que nos rodean.
Concédenoslo por medio de Jesucristo, nuestro Señor.
Oración después de la Comunión
Señor Dios nuestro:
Tu hijo Jesús ha compartido con nosotros,
en esta celebración eucarística,
todo lo que él es.
Danos su Espíritu de discernimiento,
para que nosotros compartamos también
su actitud de apertura a tu voluntad
y a las necesidades de los hermanos.
Ojalá cumplamos así más que la ley
y te sirvamos como tus hijos e hijas libres,
en quienes puedas reconocer a Jesucristo,
Hijo tuyo y Señor nuestro
por los siglos de los siglos.
Bendición
Hermanos: Activemos nuestro corazón para buscar en los mandamientos no nuestro propio capricho y nuestra voluntad egoísta, sino la auténtica voluntad de Dios. Que el Espíritu de Dios les dé a ustedes esta sabia actitud interior, y que Dios todopoderoso les bendiga a todos, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.