Liturgia viva del Martes de la XXII Semana del Tiempo Ordinario
AUTORIDAD DE JESÚS
(Año I. 1 Tes 5:1-6, 9-11; Lc 4:31-37)
Introducción
Año I. No se preocupen sobre cuándo llegará el fin del mundo, Pablo les dice a los Tesalonicenses. No hay nada que temer; únicamente, estén siempre listos para la venida del Señor.
Evangelio. La autoridad de Jesús con frecuencia impresionaba, tanto al pueblo como a sus propios discípulos. Aquí había alguien más grande y poderoso que un simple ser humano. Había autoridad en su enseñanza — tenía algo que decir que retaba y confrontaba a los hombres consigo mismos y con Dios. Mostraba autoridad sobre la ley, porque quería recortarla de su parafernalia, demasiado humana y tramposa. Por su autoridad venció los poderes del mal y del pecado. Sostenía que juzgaba y perdonaba a la gente. Utilizaba su autoridad para el bien de la gente — ése era un poder de salvación.
Sin embargo, era un poder humilde y modesto, una autoridad de servicio que traía fe, que daba esperanza, que creaba y expresaba amor. Y cuando llegó el momento oportuno, usó su autoridad para entregar su vida y enseguida recuperarla, para pasarla a sus discípulos, y entonces partir ya de este mundo.
Oración Colecta
Señor Dios nuestro:
Decimos que autoridad significa servicio,
pero la experiencia nos dice que es muy difícil
llevar a la práctica este hermoso principio.
Guarda siempre, Señor, ante nuestros ojos
el ejemplo de tu Hijo Jesucristo.
Su autoridad salvaba y curaba,
era respetuosa con la gente.
Y a nosotros nos compromete
a salir de nuestra mediocridad.
Que ojalá los que ostentan autoridad entre nosotros
sean humildes, modestos y entregados,
deseosos de servir hasta el fin,
y modelados, en el ejercicio de su autoridad,
según el servidor de todos: Jesús,
Hijo tuyo y Señor nuestro
que vive y reina por los siglos de los siglos.
Intenciones
- Para que la Iglesia pueda hablar con autoridad sobre Jesús, porque ella le conoce íntimamente y vive su misma vida, roguemos al Señor.
- Para que nosotros vivamos muy cercanos a Jesús, porque nos esforzamos en responder profundamente a su reto de amar a los demás, roguemos al Señor.
- Para que el mundo se vuelva un poco mejor, porque nosotros intentamos seriamente vivir según la Buena Nueva de Jesús, roguemos al Señor.
Oración sobre las Ofrendas
Señor Dios nuestro:
Por la autoridad que diste a tu Hijo,
este pan y este vino se convertirán para nosotros
en su cuerpo y sangre, bebida y alimento nuestro.
Que él comparta su poder con nosotros
para que nuestra cobardía se transforme en valor
y para que lleguemos a ser gente liberada,
realmente libres para servir y amar
y para testimoniar con nuestras vidas
la verdad de la Buena Nueva:
Que Jesús es nuestro Señor para siempre,
por los siglos de los siglos.
Oración después de la Comunión
Señor Dios nuestro:
Tu Hijo Jesucristo transmitió su autoridad
a sus apóstoles y discípulos
como un lazo de unidad y un legado de servicio.
Concédenos que tu Iglesia utilice este poder
para unir juntos a los hombres y curar sus heridas,
para hablar en nombre de los que no tienen voz
y para conducirnos adelante a la auténtica libertad
que tú nos otorgaste en Cristo nuestro Señor.
Bendición
Hermanos: Que nuestra autoridad como cristianos consista en hacer el bien y en servir a los demás con amor.
Y que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre ustedes y permanezca para siempre.